Alba Codina, tras 21 años al frente de un horno de leña y un obrador tradicional en L'Estany, un pueblo de Girona de 400 habitantes donde su negocio atrae a clientes de toda Cataluña, se ha visto en la obligación de traspasar su negocio al descubrir que es celíaca. "Es el colmo de una panadera" ha explicado ante los micrófonos de Informativos Telecinco sobre un negocio que es todo un éxito, pero que el diagnóstico de su enfermedad ha cambiado por completo.
Alba ha explicado que su estado de salud que empeoró "muchísimo" hace unos meses., "He sufrido desde pequeña muchos dolores de barriga. Siempre estaba hinchada y muy cansada. No hacía nada y era como si hubiera subido el Everest. También mucho dolor en los huesos y brazos, granos en la espalda y dolor de cabeza más de lo normal. Todo tipo de síntomas y las analíticas no me ha salido ni una bien",
Lo que "nunca" había imaginado la panadera catalana era que acabaría siendo celíaca: "Me iba a urgencias y me decían que en principio no se veía nada grave, pero era mi marido que decía que tenía todos los síntomas de que era celíaca a través de escuchar un pódcast".
Ante la insistencia de Alba, los médicos acabaron por confirmar la teoría de su marido: "En ningún momento me lo había planteado. De hecho, llegó un punto que pensé que tenía algo mucho más grave y no me lo sabían ver. Por suerte no es así".
Pese a tener un diagnóstico firme y no comer gluten, los problemas han seguido al estar rodeada de harina de trigo en su horno de leña: "Al respirarlo me afecta y no me encuentro bien". Una situación peculiar que le ha llevado a probar de trabajar con protección: "Me pongo mascarilla para que pueda ir aguantando, también debería trabajar con guantes, pero se rompen al coger el pan".
Por todo esto, la panadera ha decidido poner fin a su suplicio tras consensuarlo con su marido. "Hace 22 años que llevamos el horno. Me viene gente de toda Cataluña, pero me he visto en la obligación de traspasarlo", ha admitido, aunque sigue trabajando hasta que pueda completar el proceso para poner punto y final a su negocio.
Ahora, ambos esperan un traspaso marcado por la salud con el que aspiran a que el próximo propietario mantenga el negocio conocido por sus tortas y panes y su buen trato con el público. "Lo mejor que voy a dejar es mi clientela. A un hombre de Barcelona le hablaron de mí en Cuenca. Le dijeron que para buscar un pan bueno tenía que venir hasta L'Estany. No puedo quejarme", ha explicado Alba sobre un negocio en el que su cercanía con los clientes forma parte de su día a día.

