Diversos estudios recientes apuntan a que quienes padecen enfermedad celíaca tienen una probabilidad significativamente mayor de sufrir migrañas u otros tipos de cefalea, incluso en ausencia de síntomas digestivos notorios. La evidencia científica disponible escudriña los mecanismos posibles detrás de esa asociación, y lo que significa para el diagnóstico y el manejo clínico.
Desde hace años, los médicos saben que la enfermedad celíaca no solo afecta al tracto digestivo, y ya saben que también tiene manifestaciones neurológicas, entre las que destacan los dolores de cabeza recurrentes, y en especial las migrañas, que aparecen con una frecuencia mayor que en la población general.
Ahora, un estudio europeo ha encontrado que aproximadamente el 34 % de pacientes con celiaquía reportan cefaleas frente al 27 % de quienes no la padecen, y dentro de ese grupo los episodios de migraña alcanzan cerca del 20,7 % en comparación al 11,9 % en controles.
Esta diferencia no es trivial, y sugiere que en muchas personas la migraña podría estar causada o empeorada por la enfermedad celíaca sin diagnóstico.
Uno de los retos más importantes es que algunos síntomas clásicos como diarrea, pérdida de peso o distensión abdominal, no siempre están presentes o son prominentes, de manera que muchas personas con enfermedad celíaca manifiestan síntomas extradigestivos, y para ellas la cefalea puede ser una de las señales tempranas.
Además, los déficits nutricionales típicos de la enfermedad no tratada —como de hierro, vitaminas del grupo B, o vitamina D— podrían contribuir a estos dolores de cabeza.
Desde un punto de vista fisiológico, la hipótesis más aceptada involucra inflamación sistémica, es decir, la respuesta inmune provocada por la exposición al gluten en celíacos que activa mediadores inflamatorios que pueden afectar al sistema nervioso central.
También se están estudiando las alteraciones en la barrera intestinal, la disbiosis del microbioma o el daño neurológico directo, teniendo en cuenta que en algunos casos, los anticuerpos característicos de la celiaquía o de las transglutaminasas pueden tener reactividad cruzada o efectos en tejidos neuronales.
Así las cosas, para pacientes con migrañas frecuentes, especialmente si además presentan síntomas digestivos leves o persistentes, podría merecer la pena evaluar la posibilidad de comprobar si se padece enfermedad celíaca, para lo que las pruebas de serología, la confirmación histológica intestinal o la valoración de marcadores nutricionales se convierten pasos clave.
Una dieta estricta sin gluten podría aliviar no solo los síntomas digestivos, sino también reducir la frecuencia y gravedad de las cefaleas en algunos pacientes. Sin embargo, hasta ahora la evidencia es variable y no todos los estudios demuestran mejoría en todos los casos.
Las evidencias científicas apuntan de esta manera a que existe una asociación plausible entre la enfermedad celíaca y los dolores de cabeza recurrentes, sobre todo en forma de migraña; y aunque no se puede afirmar que todos los casos de cefalea provienen de la celiaquía, ignorar esta posibilidad puede llevar a retrasos diagnósticos evitables.
En este sentido, el seguimiento clínico debe contemplar este escenario, especialmente porque la intervención a base de dieta sin gluten, es efectiva cuando se aplica correctamente, y ademas, tiene bajos riesgos y puede mejorar la calidad de vida de quienes conviven con migrañas que, hasta la fecha, no respondían bien a los tratamientos convencionales.