Red Panda es un pequeño restaurante donde no hay linajes asiáticos ni décadas de formación en Tailandia, pero sí hay técnica y un wok que suena a ritmo de pasión en un local abierto apenas da para 20 comensales, pero eso si, con toda su carta elaborada sin gluten, por lo que es un. auténtico paraiso para los celíacos.
Al frente de este restaurante están dos madrileños que son pareja además sentimental. Alfonso de Borbón, comanda los fogones con una soltura que no responde a diplomas, sino a vídeos en idiomas que no entiende y a muchas, muchas horas de ensayo; y a su lad está María Padura, diseñadora de moda de formación, pero con ADN hostelero y un sexto sentido para el servicio.
Red Panda empezó como un take away en 2024, funcionando desde una dark kitchen en el barrio de Tetuán. Fue su laboratorio, con platos de ida y vuelta, ajustes milimétricos, y sobre todo, una comunidad que nació entre pedidos de curry, arroces fritos y baos sin gluten.
Con todo, destaca el hecho de que toda la carta es sin gluten. María es intolerante desde hace años, y eso marcó desde el inicio una diferencia clara: aquí se come asiático, sí, pero sin que nadie tenga que renunciar por alergias o intolerancias. Incluso la lactosa casi ha desaparecido del menú.
El restaurante físico abrió sus puertas en febrero de 2025, pero ya tiene alma de veterano con su experiencia previa en el take away. “Lo más bonito está siendo conocer en persona a toda esa gente que nos seguía desde la época del delivery. Te dan las gracias como si les hubieras cambiado la semana”, dice María con una sonrisa.
La carta es viva, flexible, mutante, y contiene platos fijos, pero siempre con algun otro fuera de carta: Curry de codorniz, Arroz frito con pato laqueado, ideas del día que surgen porque sí, porque hay buen producto o porque el wok lo pide. “Nos gusta improvisar, pero siempre con coherencia. No hacemos mezclas por mezclar. Hay una lógica en cada receta”, explica Alfonso.
Los sabores viajan con libertad, pero con brújula: Vietnam, Tailandia, Malasia… pero también algún guiño inesperado. No buscan replicar recetas tradicionales, sino reinterpretarlas con honestidad, y el resultado es una cocina que se siente directa, sincera, sin fuegos artificiales ni postureo gastronómico.
En un momento donde salir a cenar se ha convertido en deporte de riesgo para la cartera, y más aún para los celíacos, Red Panda ofrece una experiencia redonda, sabrosa y con alma, sin necesidad de hipotecarse, con un espacio tan honesto como su cocina: sencillo, con detalles cálidos y una estética que combina lo urbano con lo práctico.
De esta manera, Red Panda no es solo un negocio, es una historia de vínculos, esfuerzo y complicidad, pñero sobre todo, sus propietarios aben bien lo que les emociona y lo que quieren ofrecer: una experiencia genuina, donde el cliente no es una transacción, sino un invitado.