La madrileña Verónica López tuvo su primer contacto con la elaboración de pan hace diez años, cuando un pequeño problema de salud le hizo tomar conciencia sobre lo que comía y de qué manera estaba elaborado. Sin saberlo, estaba empezando a germinar lo que años más tarde se convertiría en su futuro profesional: un obrador sin gluten propio ubicado en una pequeña aldea asturiana.

 

Verónica cuenta al diario El Comercio que «empecé a darle una vuelta a todo y lo que no me convencía lo hacía en casa», y gracias a lo que otros panaderos colgaban en Internet empezó a formarse de manera autodidacta en la elaboración de pan convencional, eso si, con gluten, de forma que tuviera «ese aporte nutricional que había tenido siempre y que careciera de ingredientes como el azúcar, que yo no entendía muy bien qué hacían en el pan».

Sin embargo, se cruzó la realidad de que Nacho, su pareja, es celíaco, por lo que «hacer el pan ya no era sólo hacerlo, era luego dejar el horno y todas las instalaciones como te las habías encontrado antes para evitar la contaminación cruzada».

Así fue como empezó a indagar hasta encontrar una receta para hacer un pan sin gluten que les satisficiera a ambos.

En paralelo, iba surgiendo en ellos la necesidad de un cambio en su vida que, tras mucho tiempo masticándolo, se pudo materializar gracias a la pandemia.

Así las cosas, decidió formarse en el entorno on-line para avalar y complementar lo que había aprendido de forma autodidacta y, más tarde, se apuntó a una academia.

Aunque llevaba trabajando durante más de 15 años como agente de viajes, Verónica reconoce que «el cuerpo me pedía irme a una zona rural y emprender allí haciendo lo que más me gusta, que era el pan», afirma.

Fue en julio del año pasado cuando abrió el obrador en Villanueva, la capital de Santo Adriano, en Asturias, donde asegura que «nunca hemos tenido la sensación de que viniéramos de fuera». Asturias ya le gustaba, ya que apenas había cumplido 11 años cuando lo visitó por primera vez con sus padres y se quedó «muy impactada», pero el apoyo que recibió tanto por parte del Ayuntamiento de Santo Adriano, sobre todo con su agente de Desarrollo Local, como por parte de los vecinos, superó todas sus expectativas.

«Antes de haber pisado el local y en pleno cierre perimetral entre comunidades autónomas, ya estaba en marcha la reunión con una arquitecta para el contrato y un equipo de personas para valorar la posible obra que pudiera necesitar», recuerda Verónica agradecida.

Sólo hubo un momento complicado, y es que según esta emprendedora, «si hay algo que te puede hacer tirar la toalla, esa es la mole de la burocracia». Sin embargo, el apoyo de familiares, amigos y vecinos fue fundamental para seguir adelante, en un momento en el que ya estaban empezando a subir los precios de todo.

Su proceso de elaboración del pan sigue la misma técnica que se empleaba antaño, con procesos de fermentación largos de en torno a 24 horas, e ingredientes ecológicos y de cercanía, como la harina de algarroba.

Como es un obrador de distribución on-line, reparten a través de mensajería y centros asociados en diferentes poblaciones de toda la península a las que la gente puede ir a recoger el pan. Su producción, por ahora, se sitúa en una media de aproximadamente 600 piezas al mes, que espera ir acompañando enseguida con algo de repostería, por supuesto sin gluten entre sus ingredientes.

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