Un equipo del investigación de la Universidad de la Laguna (ULL) trabaja en la elaboración de harina de plátano a partir del destrío del empaquetado, como ingrediente para productos de celíacos y diabéticos. En la iniciativa, coordinada por la doctora Ana Piedra Buena Díaz, participa el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias y Coplaca, la organización de productores de plátanos.
Según ha explicado Ana Piedra, el proyecto está aún pensado a pequeña escala, para que pueda ser aplicable e ir introduciendolo en las distintas empresas, para que si sale bien, pueda llegar a surtir a la Isla y reducir el coste de la importación de productos similares. “Lo tenemos todo aquí, así que ¿por qué no reutilizar nuestros productos?”, se ha preguntado.
El proceso de empaquetado de plátanos origina cierta cantidad de residuos formados por el tallo del racimo, pero también por frutos deformes, rozados o maduros. Su destino habitual es la alimentación del ganado; sin embargo, la composición nutricional del plátano, con alto contenido en potasio, magnesio y carbohidratos de baja digestibilidad, así como ausencia de gluten, “le confiere un gran potencial como materia prima para la elaboración de alimentos para colectivos con necesidades dietéticas especiales, como personas con celiaquía o diabetes, y deportistas”, ha explicado Buena.
Con el objetivo de poner en marcha un proceso “sencillo” que permita este aprovechamiento, el equipo de investigación de la Universidad se puso a trabajar en esta línea y “valorar los residuos orgánicos de empaquetados de plátano como ingredientes de alto valor nutricional para la alimentación humana, dada su bajo nivel de grasas”.
Cuenta el Diario de Avisos que el objetivo de este proyecto es “ajustar” el proceso de obtención de harina de plátano, “determinando tanto las condiciones del mismo como el equipamiento necesario, el diseño de una planta elaboradora de tipo artesanal y la correspondiente evaluación económica”. Este trabajo se complementará con el estudio de las posibilidades de utilizar la harina de plátano para la elaboración de alimentos (pastas, repostería, panificación) destinados a personas con necesidades nutricionales especiales.
Además, se estudiará “el ensilado de los residuos generados en el proceso de elaboración de harina de plátano (principalmente pieles de la fruta), para su utilización en alimentación de ganado caprino”. La intención, es que los resultados de este proyecto faciliten la instalación de pequeñas plantas procesadoras de residuos de plátanos para proveer de una harina sin gluten y con bajo índice glucémico a empresas locales dedicadas a la panificación, bollería y fabricación de pasta, y “contribuir así a la diversificación y abaratamiento de la cesta alimentaria de los más de 20.000 celíacos y 192.000 diabéticos diagnosticados en Canarias”.
El proyecto ha obtenido una subvención de 21.080 euros por parte de la Fundación Caja Canarias, permitirá mejorar la gestión ambiental de los residuos de los empaquetados de plátanos, y reforzará los aspectos éticos y sociales de la producción de alimentos al recuperar una materia prima, “actualmente desaprovechada, para la alimentación humana”.
Paralelamente, según indicó Piedra Buena, “esperamos que pueda proporcionar un ingreso adicional a los productores, al diversificar los productos generados a partir de la fruta (fruta en fresco o harina de plátano, entre otros) a la vez que diversificar y abaratar la alimentación de las personas afectadas por diabetes e intolerancia al gluten en la Comunidad Autónoma de Canarias”.
Al tratarse de un proyecto de carácter eminentemente local “es lógico que sus resultados reviertan en la población local”. Hasta el momento, las iniciativas para elaborar subproductos del plátano en las Islas son “escasas”, y no han apuntado a estos colectivos con requerimientos dietéticos especiales, “donde existe un gran potencial de desarrollo debido a la necesidad de contar con mayor diversidad de alimentos y a menor precio”.
En este sentido, la doctora consideró “esencial” lograr una adecuada vertebración entre la agroindustria, las empresas locales, la universidad y la sociedad, “para llegar a proyectos como éste. Si logramos tan solo producir el 10 % de la harina que traemos de fuera, ya se abaratará el precio y al tiempo estaremos generando actividad económica y puestos de trabajo para nosotros”.
Buena indicó que aún es pronto para elevar el proyecto a gran escala, “puesto que estamos empezando”, pero es positivo que "empecemos a reivindicar productos nuestros que, además, son saludables; y hacerlo, incluso, hasta turísticamente”.