El sistema gastrointestinal de las personas con un trastorno del espectro autista (TEA) ha recibido un interés creciente por su posible implicación en el desarrollo del autismo y como lugar de actuación para una mejoría funcional y conductual, a partir de algunas propuestas de familias que han señalado avances después de adoptar una dieta sin gluten y sin caseína.
De esta manera, se ha descubierto que los niños con TEA presentan niveles más altos de citoquinas proinflamatorias tras la exposición a las proteínas alimentarias del gluten, la caseína y la soja, en comparación con los controles, hallazgos que han impulsado la investigación del vínculo entre la alergia alimentaria y el TEA.
Las teorías sobre los mecanismos de acción de la implicación del sistema inmunitario y el sistema gastrointestinal en el desarrollo de los TEA son numerosas e incluyen la implicación de la barrera intestino-sangre-cerebro, donde se ha propuesto que los subproductos de la microbiota intestinal, como los lipopolisacáridos y los ácidos grasos de cadena corta, modulan la producción de citoquinas.
Asimismo, se ha sugerido que los subproductos de la microbiota influyen en la síntesis de neuropéptidos como la serotonina, y se ha planteado la hipótesis de que los péptidos del gluten y la caseína aumentan la actividad del sistema opioide, hasta el punto de que se cree que estos neuropéptidos provocan alteraciones en el comportamiento social y la comunicación y, por tanto, pueden estar implicados en la patogénesis del TEA.
La dieta sin gluten y sin caseína comenzó a ser utilizada por algunas familias hace un par de décadas como tratamiento para los síntomas del TEA y para los síntomas gastrointestinales, a través de actuaciones que se basaban en informes de casos, en opiniones de otras familias y a veces en la propaganda de algunas empresas vendedoras de dietas.
Sin embargo, una revisión Cochrane de 2008 basada en dos ensayos controlados aleatorios, concluyó que las pruebas de la eficacia de eliminar el gluten y la caseína de la dieta, basándose únicamente en el autismo como indicación, daban resultados inciertos y, por tanto, estas dietas no eran recomendables. Así las cosas, en la actualidad, las restricciones dietéticas se recomiendan exclusivamente a los individuos en los que se han detectado reacciones alérgicas o intolerancia, independientemente del diagnóstico de autismo. En otras palabras, si alguien tiene intolerancia al gluten u otro trastorno parecido hay que abordarlo con una dieta adecuada, independientemente de que tenga autismo o no.
Mientras tanto, la investigación ha demostrado que el uso de terapias complementarias y alternativas para niños y adolescentes, incluidas las dietas sin gluten y sin caseína, se utilizan ampliamente en entornos reales, a pesar de que la evidencia científica sea débil o nula y a pesar de que estos tratamientos resultan incómodos, caros y exigentes para el niño con TEA y su familia.
Según cuenta José Ramón Alonso en su blog sobre Neurociencia, para actualizar los resultados desde 2008 Amélie Keller y su grupo de la Universidad de Aalborg realizaron un metaanálisis para investigar los beneficios y la seguridad de una dieta sin gluten entre los niños con diagnóstico de TEA, donde los investigadores realizaron una búsqueda bibliográfica sistemática en diversas bases de datos para las revisiones existentes y los ensayos controlados aleatorios individuales. En el metaanálisis se incluyeron aquellos estudios que investigaron los efectos de una dieta libre de gluten y de caseína en comparación con una dieta regular, en niños de 3 a 17 años diagnosticados con TEA, con o sin comorbilidades.
Se identificaron seis ensayos controlados aleatorios relevantes, que incluyeron 143 participantes, pero cuando el equipo de Keller analizó la calidad de las pruebas las evaluaron de baja a muy baja calidad debido al grave riesgo de sesgo, al grave riesgo de inconsistencia y al grave riesgo de imprecisión.
Las principales conclusiones fueron que no se encontró ningún efecto de seguir una dieta libre de gluten y caseína sobre los síntomas de autismo según los informes de los médicos, no se encontró una mejoría sobre el nivel funcional según los informes de los padres y no se detectaron efectos positivos sobre los problemas de conducta.
Por el contrario, la dieta sin gluten y sin caseína podía desencadenar diversos efectos adversos gastrointestinales. Por otra parte, los individuos con TEA suelen presentar patrones alimentarios selectivos que pueden empeorar al introducir una dieta con el consiguiente riesgo de trastorno alimentario y/o desnutrición, y más aún si la restricción de la dieta a un niño con TEA puede agravar las dificultades para dormir y, en consecuencia, empeorar el bienestar del niño.
Las implicaciones clínicas de los presentes hallazgos pueden ser que las familias deben pensárselo muy bien antes de iniciar una dieta libre de gluten y caseína a menos que el médico haya sospechado o detectado intolerancia o alergia al gluten y/o a la caseína, basándose en medidas estandarizadas y validadas.
Por otra parte, los pediatras deben informar a las familias de la escasez de pruebas de efectos beneficiosos, y debe tenerse en cuenta el aumento de la incidencia de efectos adversos gastrointestinales, así como la tensión general que supone para la familia la carga añadida de introducir una dieta restrictiva, que muchas veces puede ser difícil de cumplir.