El sistema inmune de las personas celíacas reacciona contra el gluten cuando ingieren alimentos que lo contienen y provoca que el intestino se inflame, pero algunas personas no celíacas también optan por excluirlo de su dieta, aunque hasta ahora no estaba claro qué efectos podía tener en la salud.

Ahora se ha sabido que una dieta con bajo contenido de alimentos ricos en gluten en personas que no son celíacas se asocia con una mayor sensación de bienestar, menos gases, menos sensación de hinchazón abdominal y una pérdida de peso moderada, según concluye una investigación internacional dirigida desde la Universidad de Copenhague (Dinamarca).

Los autores han deducido que los efectos no se deben al gluten, sino a cambios en la microbiota intestinal inducidos por el consumo de fibra de los productos bajos en gluten, que tiene una composición diferente de la de los alimentos más prevalentes en las dietas occidentales.

El gluten es un grupo de proteínas presente en cereales como el trigo, el centeno y la cebada. La mayoría de las personas pueden ingerirlo sin inconvenientes, pero para los celíacos puede ser un verdadero problema. El sistema inmune de las personas celíacas reacciona contra el gluten cuando ingieren alimentos que lo contienen y provoca que el intestino se inflame, lo que puede dar lugar a diarreas, hinchazón, pérdida de apetito y, en niños, problemas de crecimiento.

No obstante, hay algunas personas no celíacas que también deciden seguir una dieta baja en gluten, aunque hasta ahora no estaba claro qué efectos podía producir este tipo de régimen en personas sanas. Para responder a esta pregunta los investigadores liderados desde la Universidad de Copenhague han llevado a cabo un experimento en 60 adultos sanos, todos de origen danés.

Los voluntarios siguieron una dieta con bajo contenido de gluten y otra con alto contenido de gluten, durante ocho semanas, y separadas por una pausa de seis semanas. Algunos empezaron por la dieta rica en gluten y otros por la que tenía poco gluten, al azar. Las dos dietas estaban diseñadas para ser equilibradas, aportar nutrientes suficientes y proporcionar la misma cantidad de fibra.

En individuos sanos el efecto de la dieta baja en gluten es mayoritariamente un cambio en la fermentación de la microbiota intestinal. No se debe a una menor ingesta de gluten, sino a una ingesta de fibras en igual cantidad pero derivadas de otros vegetales que no son el trigo o la cebada”.

Según publican en la revista Nature Communications, al comparar el efecto que tenían ambas dietas, los autores han hallado que el régimen bajo en gluten provocó que los voluntarios perdieran algo de peso, unos 0,8 kilos de media. Mientras seguían esta dieta los participantes afirmaron sentirse mejor y tener menos hinchazón abdominal, que se relaciona con los gases derivados de la fermentación de las bacterias en el intestino.

En este sentido, según midieron los investigadores, su intestino generaba menos hidrógeno, un gas producido por las bacterias al fermentar la fibra. Finalmente, los científicos han detectado cambios asociados a la dieta baja en gluten en la composición de la microbiota intestinal, la comunidad de bacterias que habita el tracto digestivo y que juega un papel clave en el mantenimiento de la salud.

En conjunto, los efectos producidos por la dieta con bajo contenido de alimentos ricos en gluten pueden considerarse positivos, “al menos durante el periodo de intervención de dos meses y con la condición de que los consumidores tengan acceso a pan y pastas con alto contenido en fibras que no procedan del trigo o el centeno”, según ha explicado Oluf Pedersen, que ha dirigido la investigación.

Según recoge el diario La Vanguardia, el director de la investigación ha declarado que “en individuos sanos el efecto de la dieta baja en gluten es mayoritariamente un cambio en la fermentación de la microbiota intestinal. No se debe a una menor ingesta de gluten, sino a una ingesta de fibras en igual cantidad pero derivadas de otros vegetales que no son el trigo o la cebada

Los autores han puntualizado que no se pueden generalizar sus resultados a otras poblaciones fuera de Dinamarca, porque el consumo de gluten varía mucho entre regiones; sin embargo, advierten que los cambios en la microbiota podrían ser a la larga perjudiciales, ya que la disminución de bacterias que fermentan la fibra de productos ricos en gluten como el trigo podría tener un impacto negativo en el funcionamiento del intestino.

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