Acaba de nacer en Valladolid L'atelier, una nueva pastelería obrador 100 % sin gluten que cuenta tras el mostrador con Macarena, quien despacha felicidad a sus clientes. Los celíacos adultos de la ciudad pueden de esta manera disfrutar saboreando los productos de su infancia, y los niños celíacos por fin pueden disfrutar de magdalenas, cruasanes, empanadas o pastas sin que su salud peligre.

Macarena Sánchez-Colomer llevaba años soñándo con abrir este negocio, y el resultado es tal cual se lo había imaginado; y ya ofrece tras una coqueta puerta rosa, en una céntrica calle, y con una decoración muy parisina y una amplia y agradecida clientela satisfecha, con un negocio con el que los celíacos pueden disfrutar sin miedo a la hora de comer todo tipo de delicias dulces y saladas.

«El boca a boca está funcionando muy bien. Muchos hace años que no prueban un buen pastel, y se les ve emocionados cuando se llevan su compra a casa. El abisinio es lo más vendido. Me lo quitan de las manos», comenta satisfecha. La demanda ha sido tal que ya cuenta con dos empleadas en su plantilla.

«Todo lo hacemos en el obrador. Aquí no entra ningún producto congelado e intento que, en la medida de lo posible, las materias primas sean de la tierra. Tengo que estar muy atenta a las fichas técnicas de todos los productos y materias primas. No me vale cualquier cosa. Exijo la máxima calidad en todo», puntualiza para destacar que «mis productos no tienen lactosa, ni gluten, ni aceite de palma. La margarina no tiene grasas hidrogenadas y las harinas son ecológicas. Doy a mis clientes lo mejor».

Sus clientes pueden encontrar hogazas, chapatas, baguettes, pan de tipo alemán de cinco semillas con chía, pan de hamburguesa y próximamente pan de molde, colines y tortas de aceite. «Los hago de un tamaño mediano, porque a veces el pan sin gluten solo lo come uno de los miembros de la familia», ha comentado al diario El Norte de Castilla.

Macarena trabajó para distintas empresas hasta que decidió priorizar su vida familiar a la profesional. «Siempre he padecido problemas digestivos. Me diagnosticaron celiaquía y soy alérgica al marisco y a algunas frutas. También mis hijos sufren dermatitis severas, intolerancias, celiaquía y alergias alimentarias. Todo esto me llevó a estudiar el grado superior de dietética en el IES Gregorio Fernández», explica.

Gran amante de la cocina y decidida a que tanto ella como sus hijos, a pesar de las alergias y las intolerancias, pudieran disfrutar de los placeres de la buena comida, decidió participar en cursos de repostería sin gluten en la escuela El Espíritu del Bosque, en Madrid. La repostería le encantaba y además se le daba bien. Sus amigos le hacían cada vez más encargos, así que empezó a fotografiar sus dulces y a colgar las imágenes en su perfil de Instagram. Sus instantáneas, realizadas con una sensibilidad especial, muestran tartas esponjosas, 'cupcakes' y brazos de gitano, que parecen obras de arte.

«La gente empezó a seguir mi perfil y eso me animó mucho. Comencé haciendo bizcochos y magdalenas, hasta llegar a lo más difícil, el pan y el hojaldre», cuenta Macarena, quien finalmente decidió realizar el certificado de profesionalidad de 500 horas en la Escuela Internacional de Cocina Fernando Pérez de Valladolid. «En aquel momento no tenía idea de emprender. Solo quería perfeccionar técnicas, saber hacer una glasa correctamente o escudillar con la manga pastelera".

Su familia y amigos le animaron a montar su propio negocio, hasta que finalmente se dio cuenta de que podía convertir su pasión en su profesión. Tardó un año en dar con el local adecuado, que hoy es una realidad.

 

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