El Cortijo fue en sus orígenes un bar de tapas y raciones, todas caseras, de elaboración propia, con un buen pan, y que para los desayunos y meriendas servían unos pastelillos muy reclamados por sus clientes. Ahora es una de las referencias gastronómicas para los celíacos de Granada. Esta es su historia...

 

Todo les iba genial a los dueños de este local, que tenían mucha clientela fija, pero seis meses después de abrir a Pilar, su propietaria, le diagnosticaron una gastritis crónica que terminó confirmandose en celiaquía, dos las patologías a la que además se añadía su la intolerancia a la lactosa. En ese momento todo fueron dudas y miedos, sin olvidar que trabajaba en una cocina, y que a partir de entonces tenían que tener a alguien pendiente de probar todo lo que se cocinaba porque ella ya no podría probar nada.

Pilar relata que su doctor le dijo cuando esta le contaba sus problemas en el bar...¿y porqué tienes que tener a nadie pendiente, prepara la comida que tú puedas comer?, una reflexión que le sirvió de aliento para poder enfrentarse a un nuevo reto que consistió en cambiar, a partir de ese momento, todo lo que preparaba, con productos certificados sin gluten.

Comenzó a comprar libros, estudias, formarse, y , sobre todo, cada plato que preparaba lo hacía sin gluten y sin lactosa, dejando de comprar el pan y los postres, y comenzando a prepararlo ella misma todo. Estudió mucho, hizo diferentes cursos privados, asistió a otros on-line durante la pandemia, pero, sobre todo, hizo numerosas pruebas – ensayo – error hasta hasta dar con lo que quería. También hizo una limpieza a fondo de la cocina, cambió vajilla, menaje, cristalería y cubertería, y empezó de cero.

Y así nació El Cortijo Sin. No por un estudio de mercado, no por utilizar a un colectivo, sino por la necesidad de continuar con un trabajo que ya hacía para si misma. Con el tiempo y gracias a un padre que llego al local pidiendo algo seguro para su hijo, se convenció de que tenía que hacerlo público.

Hoy en día, después de 8 años en el mundo sin gluten, en este establecimiento granadino son capaces de preparar pasta, rebozados, postres, panes y repostería propios sin gluten entre sus ingredientes, siendo un auténtico referenteen cocina sin alérgenos en la ciudad, en un local cómodo y acogedor, pero sobre todo familiar, donde buscan que sus clientes puedan disfrutar de platos seguros sin contaminación, ya que cuentan con un un protocolo muy estricto para no fallar en nada.

Este protocolo comprende desde abridores diferentes a bebidas monodosis; además de que toda la materia prima está certificada en su ficha técnica sin gluten. Por otra parte, utilizan lavavajillas de un solo lavado, uno para la cocina y otro para todo lo que es externo a cocina, de manera que se aseguran de que ningún resto de gluten de vajilla, cristalería o cubertería pueda contaminar lo más mínimo.

La experiencia de todo este camino recorrido es lo que nos ha llevado a tener este protocolo, a veces demasiado estricto, pero enteramente seguro.

Además, no descuidan su carta, que está elaborada con productos de primera calidad, hechos por ellos mismos, según las recetas que había en casa de la familia, y que ahora pueden disfrutar todos, celíacos y no celíacos, además de intolerantes a la lactosa.

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