La alimentación tiene un papel clave en nuestra salud, hasta el punto de que el creciente interés por la propia alimentación, junto a la aparición de nuevas e incontables teorías nutricionales, lleva, a menudo, a establecer conclusiones y autodiagnósticos erróneos que pueden influir de forma negativa en nuestros hábitos alimenticios.
Cuenta el diario La Vanguardia en un amplio reportaje dedicado a este asunto que los celiacos deben eliminar completamente de la dieta cualquier alimento que pueda contener gluten; y si no lo hacen, “desaparecen las vellosidades intestinales, no se absorben los nutrientes y aparecen lesiones inflamatorias”, advierte María Luján Soler, responsable del servicio de nutrición de la Federación de Asociaciones de Celiacos de España (FACE). Por tanto, la supresión está plenamente justificada.
Sin embargo, una cosa es eso y otra muy distinta que esta eliminación sea conveniente para la población en general. Las declaraciones de algunas celebridades y algunos deportistas proclamando los supuestos beneficios que han experimentado al suprimir el gluten de su dieta han contribuido a que muchas personas se planteen la conveniencia de incluir o no esta proteína que se encuentra en la semilla de muchos cereales (trigo, cebada, centeno, espelta, triticale y posiblemente avena) combinada con almidón.
La nutricionista Juana María González lo tiene claro. “Esto son modas. Hoy en día hay muchas personas que creen ser celiacas (personas con intolerancia permanente al gluten) cuando esta enfermedad tiene una incidencia inferior al 1% en España”.
El gluten, por tanto, es nocivo para las personas intolerantes a esta proteína, pero no tiene ningún efecto perjudicial en aquellas que no lo son. De hecho, desde la propia FACE, Soler recalca que “aunque el gluten no es esencial para el organismo, no somos partidarios de eliminar los alimentos que lo contengan si no hay necesidad”.
En esta misma línea, Juana María González opina que “si no tienes ninguna intolerancia y eliminas los cereales con gluten, estás restringiendo la dieta y desde el punto de vista nutricional, esto no es un beneficio, al contrario, habrá que ajustar la alimentación para evitar carencias nutricionales”.
Ante la sospecha de padecer celiaquía, “no debe iniciarse una dieta sin gluten sin haber acudido antes a un especialista y realizado las pruebas diagnósticas que demuestren la intolerancia al mismo. Hacerlo podría ser un error que lo único que consiga sea retrasar o enmascarar el diagnóstico”, previene María Luján Soler. Si bien es cierto que “la mayoría de los celiacos no saben lo que es sentirse bien hasta que siguen la dieta sin gluten durante un tiempo, la eliminación de esta proteína no tiene, de por sí, ningún beneficio en las personas que no son intolerantes”, afirma Soler.
Sin tener enfermedad celiaca, sí es cierto que hay un grupo de personas que sufren de sensibilidad al gluten o al trigo. “Este colectivo, por tanto, también experimentará una mejoría al eliminarlos de la dieta”, apunta la doctora Gemma Sesmilo. Aun así, también en estos casos debe ser un especialista el que haga el diagnóstico y determine las pautas a seguir.
En conclusión, no se puede determinar con exactitud el porqué de la popularización de la dieta sin gluten en personas sin intolerancias. Una posibilidad es que “como se tiende a generalizar demasiado, se tome como referencia al colectivo que, por los motivos que hemos comentado, realmente se ve beneficiado al eliminarlo”, sugiere Sesmilo.
Otra razón que puede explicarlo es que “con el objetivo de descartar cualquier alimento con gluten, se opte por una dieta más variada y por tanto, más sana, con la consecuente mejoría del estado de salud general”, aporta María Luján Soler. A su vez, como “el gluten puede estar presente en alimentos elaborados o envasados, que suelen tener un alto aporte calórico, al evitarlos se suele perder peso, lo que también se suele traducir en una mejora física y de ánimo”, concluye.