La celiaquá es una patología crónica, que se puede desarrollar en cualquier momento vital y que aún no cuenta con una cura, pero sí con formas de gestionarla a través de la alimentación sin gluten. Por lo tanto, conocer la multitud de síntomas que se le asocian es fundamental para hacernos sospechar y acudir al médico en busca de una valoración clínica.
En este sentido, Juan Ignacio Serrano Vela, responsable de Investigación y Formación en la Asociación de Celíacos y Sensibles al Gluten de la Comunidad de Madrid, ha explicado que “los síntomas son muy variables y dependen de la edad a la que se manifiesta la enfermedad”.
Según Serrano, en el caso de que niños de hasta 5 años desarrollen la celiaquía, normalmente suelen producirse afecciones digestivas, como puede ser distención abdominal muy pronunciada, pérdida de peso, diarreas y vómitos o casos avanzados de desnutrición, aunque este último problema es poco frecuente.
No obstante, “también puede haber alteraciones fuera del aparato digestivo, como déficit de hierro, anemia, alguna carencia de vitaminas o minerales, hipoplasia (alteración en los dientes)”, señala el especialista; que ha detallado que "sin embargo, cuando crecemos lo más probable es que la enfermedad celiaca se manifieste más tarde y, aunque las diarreas y los vómitos son los síntomas que más tendemos a asociar con ella, en realidad los problemas intestinales suelen ir a menos”.
En este punto, hay unos síntomas que “casi siempre están presentes, aunque la persona no los note”, y que engloban a diferentes aspectos: puede haber problemas articulares, hormonales, dermatológicos, neurológicos, psiquiátricos, y reproductivos.
Según cuenta el diario digital ConSalud, adicionalmente podría relacionarse un problema hepático como la elevación moderada de la transaminasa en sangre, “algo a lo que no se le suele dar importancia pero que sigue siendo un indicio que puede llevar al diagnóstico de la enfermedad”, según ha explicado Serrano, que ha añadido que “la manifestación preferente de la enfermedad celiaca no es intestinal”.
Entre los síntomas reproductivos, Serrano destaca una posible infertilidad y, en el caso de las mujeres, alteraciones en la menstruación, como por ejemplo, que la menstruación apareciera tarde en una adolescente o la menopausia muy temprano en una mujer madura. También pueden existir irregularidades en el ciclo menstrual o intentos de embarazo que terminan en aborto durante las primeras semanas de gestación.
Respecto a los problemas óseos, los celíacos tienden a desarrollar osteoporosis, lo que implica un mayor riesgo de fracturas de huesos. Este síntoma se agudiza en aquellos pacientes que sufren la enfermedad desde hace tiempo pero que, lamentablemente, no han sido diagnosticados independientemente de las razones.
Asimismo, son frecuentes los problemas en la piel, sobre todo la dermatitis herpetiforme, una erupción cutánea asociada a una reacción autoinmune del organismo, caracterizada por la aparición de manchas y ronchas rojas que generan mucha picazón.
Por otro lado, la celiaquía también se asocia a determinados cuadros neurológicos, como migrañas o parestesias (adormecimiento de las extremidades), el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, fatiga y debilidad.
En cualquier caso, “la manifestación preferente de la enfermedad celiaca no es intestinal”, ha señalado Serrano, algo que a los expertos en la materia les conduce a pensar que “los casos sin diagnosticar ocurren bien porque no hay un conocimiento de los síntomas, porque el especialista puede no estar muy familiarizado con la enfermedad o porque en pocos casos se piden las pruebas”.