La celiaquía puede llegar a afectar al crecimiento y al correcto desarrollo en los niños, por lo que es importanteo detectarla a tiempo en los menores. No obstante, hay que tenerlo claro y no se debe confundir esta enfermedad con la alergia o la intolerancia al gluten o al trigo, aunque puedan presentar síntomas similares.
Según explican desde la explica la Asociación Española de Pediatría (AEP), “Los síntomas intestinales y el retraso en el crecimiento son frecuentes en aquellos niños diagnosticados dentro de los primeros años de vida. En los niños pequeños, los síntomas clasicos son la diarrea prolongada, la barriga hinchada, la pérdida de apetito y de peso, el ánimo triste o irritable, así como la desnutrición”, mientras que en los niños más mayores y en los adultos, a menudo tienen menos manifestaciones y éstas son más leves, tales como la falta de hierro, la pérdida de apetito, una talla baja, dolor abdominal, llagas en la boca, o bien dolores articulares.
Además, en la piel es muy característica la llamada dermatitis herpetiforme; aunque la AEP indica que también existen formas silentes, en las que la enfermedad está presente en el intestino pero sin apreciarse síntomas.
El pediatra del Hospital Quirónsalud Córdoba, el doctor Rafael González de Caldas, ha explicado al dioario La Razón que estamos ante una patología autoinmune, en la que el consumo de gluten provoca daño intestinal y una mala absorción de los nutrientes, provocando los síntomas antes mencionados. A día de hoy, según remarca, es incurable y crónica, en el sentido de que el único tratamiento que existe es que el paciente celíaco no debe comer gluten nunca más a lo largo de su vida.
El especialista ha advertido en este sentido que “la celiaquía no es una alergia o una intolerancia al gluten. Se trata de una enfermedad autoinmune. Además, se necesita que tengamos unos genes que faciliten la enfermedad. En algunas de estas personas debido al consumo de gluten se activa el sistema inmunológico, provocando que nuestras defensas empiecen a atacar nuestro propio cuerpo, centrándose fundamentalmente en el intestino”.
Con el tiempo, según continúa, se desarrolla un daño en el intestino pudiendo éste perder la capacidad de realizar bien su función, hasta el punto, insiste de que “además, aparece una malabsorción de nutrientes que lleva a una desnutrición. Se acompaña de síntomas muy variados como dolor abdominal, diarrea, flatulencia, anemia por falta de hierro, pérdida de peso, descalcificación ósea, etc. Si esto ocurre en la edad pediátrica puede llegar a tener consecuencias potencialmente graves en el correcto desarrollo y crecimiento y, por ende, en la vida del niño”.
De esta manera, y a diferencia de la alergia o de la intolerancia al gluten o al trigo, que pueden producir síntomas parecidos pero más leves y desparecen con el tiempo, la celiaquía es “una situación crónica y permanente”, mantiene el doctor González de Caldas. En concreto, señala que el celíaco debe excluir de su dieta los alimentos que contengan gluten, es decir, aquellos que contengan harina de cereales como el trigo, la avena, el centeno, y la cebada, fundamentalmente, así como otros que las contengan durante su procesamiento o cocinado. A juicio del experto, hoy en día es “bastante fácil” de conseguir gracias a la estricta legislación en materia de etiquetado de alimentos.
Por otro lado, avisa de los diagnósticos erróneos de celiaquía en personas que simplemente son intolerantes o alérgicos a algún cereal o al propio gluten que a los que son “celiacos verdaderos”. “Encuentras pacientes a los que se le ha retirado el gluten de forma innecesaria o celiacos que han dejado de serlo, por ejemplo, cuando es una condición permanente”, señala el pediatra, que destaca que existen unos criterios clínicos “establecidos y claros” para diagnosticar esta enfermedad que se deben basar en una clínica que nos haga sospechar la enfermedad. Estamos hablando de tests en sangre que detectan los anticuerpos que el cuerpo produce contra el intestino, y el estudio directo del daño intestinal a través de pequeñas biopsias de la mucosa, que se toman mediante endoscopia digestiva alta, que siempre se hará con la correcta sedación.