salamisinglutenSalami, empresa cántabra fundada en 1958 por Juan Antonio López, prepara su salto al extranjero tras triunfar en España con sus lunchs, sus longanizas y sobre todo, sus lomos sin gluten, aptos para celíacos.

Durante la década de 1960, las amas de casa de Santander aguardaban largas colas frente a la tienda de Salami para comprar las morcillas recién hechas antes de que se acabaran. En una de las últimas ferias gastronómicas de la ciudad, eran sus nietos los que formaban una extensa fila para probar sus productos, cuyo sabor conocen bien por ser ingrediente habitual de sus meriendas y cenas.

Casi cincuenta años después, las carnes y embutidos de Salami siguen preocupándose por mantener una receta de elaboración muy artesanal que preserve la calidad. El origen de este negocio se remonta a una pequeña carnicería que Juan Antonio López Fernández "Antón" abrió en 1958 en Santander. El fundador, que había trabajado en comercios similares desde los trece años, elaboraba personalmente buena parte de los alimentos que tanto éxito tenían entre las familias de la ciudad.

A medida que aumentaban las ventas, Antón adquirió más tiendas con las que amplió el negocio. En 1978 dio el salto a una fábrica propia y empezó a elaborar el lunch, un embutido similar a la mortadela pero con mucha menos grasa, que desde entonces es el producto estrella de la empresa.

A lo largo de los años, la producción de Salami se ha enriquecido con longanizas, lomos, salchichas, codillos y callos. Pero la principal novedad se produjo hace pocos tiempo, cuando la empresa decidió cambiar la receta y eliminar todos los ingredientes con gluten para que sus alimentos sean también aptos para celíacos.

Cuenta el diario económico Expansión que la compañía intenta mantener el equilibrio entre tradición e innovación, como demuestra, por ejemplo, una moderna máquina de rayos X que certifica que en cada envase vaya el producto correcto.

Actualmente, la empresa cuenta con tres tiendas propias y sus carnes y embutidos "se venden en grandes supermercados de las principales ciudades de Cantabria, País Vasco, La Rioja o Castilla y León", explica Carmen López, gerente de la compañía. Tanto ella como su hermano Juan Antonio -que asumió el control de la firma tras la muerte del fundador- ayudan a mantener vivo el negocio desde que empezaron a ayudar en los comercios, cuando apenas eran quinceañeros.

Este vínculo tan prolongado es compartido también por la mayoría de empleados. Más de la mitad de la plantilla, formada actualmente por 27 personas, lleva entre 35 y 40 años en la compañía. "El objetivo es que cada nuevo trabajador se quede durante muchos años, ya que la calidad humana es uno de los valores que más apreciamos", destaca López.

El gran reto de futuro para la empresa es la internacionalización. Para ello, ya han contratado a un gestor de exportación y están estudiando varios mercados para ver los productos que más pueden gustar en países como Francia, Alemania o Portugal. Además, deben obtener una certificado internacional que les permita iniciar esta actividad.

Aunque el objetivo inmediato es Europa, se plantean a medio o largo plazo llegar a lugares como China, donde productos como los callos están teniendo un éxito inesperado.

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