La celiaquía durante el embarazo no tiene por qué ser ningún riesgo para la madre ni para el feto, y una dieta sin gluten será todo lo que necesite para tener una vida normal, como cualquier otra persona sin celiaquía... el problema podría llegar cuando no está diagnosticada o se sospecha de su presencia durante el embarazo, ya que los síntomas pueden ser molestos y, además, derivarse otros problemas más serios como abortos espontáneos, partos prematuros o bajo peso al nacer, entre otros.

 

Según ha explicado la nutricionista Silvia Moreno a la revista Hola, “la celiaquía en una mujer embarazada, diagnosticada, controlada y que sigue una dieta sin gluten no supone riesgo alguno en el embarazo”. Por tanto, una embarazada celíaca puede llevar una vida totalmente normal, por supuesto, sin consumir gluten... pero ¿qué pasa cuando no está diagnosticada?

Para estos casos de enfermedad celíaca no diagnosticada, o en aquellas mujeres que, a pesar de estarlo, no siguen una alimentación sin gluten, la experta explica que “existen riesgos importantes para el feto: aborto, parto prematuro, retraso del crecimiento, bajo peso al nacer. Problemas que incluso él bebe puede arrastrar durante toda su vida”.

Los síntomas de alerta de la celiaquía en una mujer embarazada son, según la nutricionista: “hinchazón abdominal, diarrea crónica, estreñimiento, gases, heces blandas, náuseas, vómitos”, aunque ha dejado claro que “el embarazo no es una enfermedad, sino un estado en la vida de la mujer en el que solo hay que prestar atención al aumento de demanda energética (más hambre) y el aporte de los nutrientes específicos, que se suele hacer mediante suplemento pautado por matrona / ginecóloga, además de tener en cuenta los alimentos que no se recomiendan consumir en el embarazo”.

Por lo tanto, llevar una dieta equilibrada, sana y con la restricción de alimentos que no se deben ingerir, de forma adecuada, durante el estado de gestación puede llegar a resultar fundamental.

En cuanto a las embarazadas que ya son celíacas, la nutricionista asegura que la alimentación de una mujer embarazada celíaca “no tiene que ser diferente a la de una mujer embarazada que no lo es, a excepción, eso sí, del gluten”.

En común tienen, haya o no embarazo, que la alimentación “debe ser rica en pescados, frutas y verduras, y se deben evitar los procesados, que nos aportan muchas calorías y de poca calidad”.

En cuanto a la clásica pregunta sobre si la celiaquía puede ser hederitaria, o si el bebé podría nacer con celiaquía, la experta asegura que “existe mayor predisposición genética a sufrir celiaquía en los bebés cuyos padres son celíacos, pero solo es uno de los factores que intervienen para que la enfermedad de la cara. De hecho, no todos los bebés con esta predisposición genética son celíacos”.

El tratamiento de la enfermedad celíaca es sencillo a simple vista, ya que se trata de una simple “una dieta sin gluten”. Sin embargo, en la práctica, “hay que estar muy atentos a productos que contienen gluten en su composición o por contaminación cruzada, y que puede pasar desapercibido. Por ello, una dieta basada en alimentos sin procesar es la más adecuada para evitar este ´gluten escondido´”, recomienda la nutricionista.

La experta asegra que hoy en día existe en el mercado una amplia variedad de alimentos diseñados especialmente para celíacos que pueden ser consumidos sin problemas por las mujeres embarazadas. Sin embargo, es necesario revisar el etiquetado antes de comprarlos, porque no todos son saludables, advierte la nutricionista.

Así las cosas, durante el embarazo resulta de especial importancia que la mujer esté atenta a los síntomas, digestiones… y siempre “comentarlos con la matrona o ginecólogo para poder llegar a un diagnóstico cuanto antes. No se recomienda nunca cambiar a una dieta sin gluten sin haberlo consultado previamente”, ha concluido la nutricionista.

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