Un estudio relacionado con el proyecto PreventCD, en el que participa la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC), ha comprobado si la enfermedad celíaca en sujetos de riesgo genético podría prevenirse introduciendo el gluten en pequeñas cantidades entre los 4 y 6 meses, que es cuando se introduce la alimentación complementaria, mientras el bebé recibía lactancia materna.
Esta hipótesis se basaba en numerosos estudios que indicaban que la introducción precoz del gluten en niños de riesgo, que nunca se había hecho hasta la fecha, podría suponer una ventana de oportunidad para prevenir la enfermedad celíaca.
Patiendo de esta hipótesis, el equipo internacional reclutó entre 2007 y 2010 a 944 recién nacidos con riesgo genético de enfermedad celíaca de siete países europeos (Croacia, Alemania, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia y España, además de Israel), y aleatorizó a los sujetos en dos grupos: uno de ellos recibió a diario entre los cuatro y seis meses 200 miligramos de gluten; mientras que el otro grupo, recibió solo placebo.
A partir de los seis meses se dejó un consumo libre de gluten, pero se fue cuantificando cada dos meses mediante registros alimentarios para tener información detallada de la alimentación de los bebés. De la misma manera, desde los cuatro meses hasta los tres años, se siguió de forma exhaustiva y con el mismo protocolo, a todos los participantes, recogiendo datos de peso, talla, medidas antropométricas, datos familiares, datos sobre el crecimiento, registros alimentarios de los niños y los familiares, muestras de sangre y muestras de leche materna de las madres, entre otros.
El objetivo de la iniciativa pasaba por analizar si a los tres años la frecuencia de la enfermedad celíaca era diferente entre los que habían recibido gluten o placebo, y así poder confirmar o no la hipótesis de que la introducción precoz en niños con riesgo de enfermedad celíaca podría prevenir su desarrollo. Hoy, 13 años después del inicio del esudio, un gran porcentaje de esos niños tiene revisiones, en las que se siguen recogiendo datos claves para poder seguir investigando.
Según ha contado Paula Crespo Escobar, profesora y dietista-nutricionista del Hospital Campo Grande de Valladolid y profesora de la UEMC, toda esta información ha dado lugar a conclusiones significativas que han sido publicadas en la revista especializada The New England Journal of Medicine. Crespo ha detallado en este sentido que durante la investigación descubrieron que la frecuencia de la enfermedad celíaca en el grupo que recibió gluten era similar a la del grupo que tomó placebo, y ha explicado que "eso significa que la introducción de gluten precoz y en pequeñas cantidades no tiene un efecto preventivo en niños con riesgo de enfermedad celíaca".
Además, la especialista ha detallado que las niñas con riesgo genético de celiaquía tienen "un riesgo significativamente mayor de desarrollar la enfermedad que los niños, sin olvidar que la lactancia materna, ya sea exclusiva o no, no influye ni protege frente al desarrollo de la enfermedad celiaca". En este sentido, ha afirmado que "la cantidad de gluten consumida durante los tres primeros años de vida no es un factor de riesgo asociado al desarrollo de enfermedad celiaca hasta los seis años para la mayoría de los genotipos HLA», y ha añadido que este punto fue "un gran avance, ya que algunos estudios sugerían que, si el gluten es lo que desencadenaba la reacción inmunológica, cuanto más gluten se consumiese, más riesgo habría de desarrollar la enfermedad".
A estas conclusiones se suma el hecho de que los niños con riesgo de enfermedad celíaca comienzan a desviarse del patrón de crecimiento de peso y talla de la población general antes de que aparezcan los síntomas. "En el caso de las niñas, el desvío del patrón es más significativo y aparece desde los cuatro meses", asegura Crespo.
Los primeros resultados del estudio fueron muy importantes, porque dieron lugar a la actualización de las Guías Europeas de introducción de alimentación complementaria de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica, para indicar que la introducción del gluten podía hacerse a los seis meses sin riesgo.
Los últimos hallazgos publicados sobre el patrón de crecimiento son de gran valor clínico, en especial en los asintomáticos, porque se puede sospechar de un caso de enfermedad celíaca de manera más precoz en aquellos niños de riesgo en los que se detecte un estancamiento ligero del peso o de la talla. "Esto permitiría hacer un seguimiento y control para el desarrollo de enfermedad celiaca más exhaustivo, evitando las consecuencias de un diagnóstico tardío, como podrían ser deficiencias nutricionales", ha resaltado Crespo.
La especialista ha afirmado que a corto y medio plazo van a continuar con el seguimiento de la cohorte, recogiendo datos y muestras biológicas, que permitan seguir analizando cómo se comporta la enfermedad celiaca en sujetos de riesgo. En este sentido, Crespo ha indicado que "desde que se inició en 2010 hasta la fecha se ha avanzado mucho en el campo del análisis de datos, una situación nos ha posibilitado poder explotar con más precisión los datos recogidos, aunque todavía hay muchos análisis en marcha que nos ayudan a descubrir grandes avances en este campo".