El conocido como síndrome de Tourette es un trastorno neuropsiquiátrico caracterizado por la presencia de varios tics motores (movimientos repetitivos e involuntarios) y uno o más vocales o fónicos (palabras o sonidos) que se mantienen durante más de un año desde su aparición... ahora se ha sabido que seguir una dieta sin gluten ayuda en el tratamiento de esta enfermedad.

 

El paciente que sufre síndrome de Tourette, llamado así por su descubridor Gilles de la Tourette, no logra suprimirlos estos tics motores a largo plazo, aunque puede reprimirlos temporalmente, y antes de ellos siente una sensación premonitoria, similar a la que precede a un estornudo. Por tanto, la imagen de la persona que profiere palabras obscenas o comentarios inapropiados sin control es poco fiel a la realidad, y está presente en tan sólo una pequeña minoría de los afectados por este síndrome.

De hecho, en adultos el síndrome de Tourette grave es excepcionalmente raro, y sus causas son desconocidas, aunque algunas investigaciones han encontrado anomalías en el cerebro, y más concretamente en los ganglios basales, los lóbulos frontales y la corteza cerebral en las personas que lo padecen.

Con todo, y en relación con este extraño maal, destaca un experimento realizado en 2018 que encontró algunas evidencias de que podría estar ligado a una sensibilidad al gluten no celíaca, si bien esto necesitaría ser confirmado con más investigación ulterior.

Los síntomas o tics del síndrome de Tourette tienen que cumplir una serie de criterios concretos para que puedan considerarse como tal. Concretamente, en algún periodo de la enfermedad tienen que haberse dado múltiples tics motores (movimiento) y al menos uno fónico (sonidos, vocalizaciones, palabras), aunque no hayan coincidido necesariamente en el tiempo; y tienen que presentarse más de una vez al día durante un año, a menudo en oleadas, y los periodos libres de ellos no duran más de tres meses.

También es requisito que los tics interfieran en la vida normal del paciente en los ámbitos familiar, escolar, laboral o social; que aparezcan antes de los 18 años, y que no sean explicables por otra causa, como puede ser el uso de ciertos medicamentos, de drogas ilegales u otros trastornos neurológicos.

El síndrome de Tourette no tiene una cura como tal, pero sí tratamientos que pueden ayudar a controlar razonablemente los síntomas. Por ejemplo, desde la farmacología se suelen emplear fármacos neurolépticos, clonidina (antihipertensivo), estimulantes (metilfenidato, pemolina y dextroanfetamina) y antidepresivos (fluoxetina, clomipramina, sertralina y paroxetina); pero también son comunes los tratamientos psicoterapéuticos desde la perspectiva de la terapia conductual, con el fin de enseñar a las personas que sufren el síndrome a controlar los tics.

Finalmente, y aunque existen hasta ahora pocos estudios sobre ello, algunos investigadores han encontrado preliminarmente beneficios de la retirada del gluten y los azúcares refinados de la dieta.

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