En 2013 Anthony Samsel y Stephanie Seneff publicaron un estudio en la revista Interdisciplinary Toxicology que demostraba que el herbicida más vendido al mundo, el glifosato, estaba asociado al crecimiento global de la celiaquía, a la intolerancia al gluten y al síndrome del intestino irritable. Ahora, un nuevo trabajo establece que niveles elevados en sangre de sustancias químicas tóxicas que se encuentran en los pesticidas, los utensilios de cocina antiadherentes y los retardantes de fuego se han relacionado con un mayor riesgo de enfermedad celíaca en los jóvenes.

Según los investigadores de la Universidad de Medicina Langone de Nueva York (EEUU) que dirigieron el estudio, las personas con el trastorno inmunitario tienen reacciones intestinales graves, como diarrea e hinchazón, a los alimentos que contienen gluten, una proteína que se encuentra en el trigo, el centeno y la cebada.

En un informe publicado en la revista Environmental Research, el equipo de investigadores descubrió que los niños y los adultos jóvenes con altos niveles de pesticidas en la sangre, y con altos niveles de químicos relacionados con los pesticidas llamados diclorodifenildicloroetilenos (DDE), tenían el doble de probabilidades de ser diagnosticados con enfermedad celíaca que aquellos sin niveles altos.

Según publica el portal Alimente, el estudio también encontró que existían diferencias de género para la enfermedad celíaca relacionada con exposiciones tóxicas; así que para las mujeres, que constituyen la mayoría de los casos de celíacos, la exposición a pesticidas más alta de lo normal significaba que tenían al menos ocho veces más probabilidades de volverse intolerantes al gluten.

Las jóvenes con niveles elevados de productos químicos antiadherentes, conocidos como perflouoroalquilos o PFA, incluidos algunos como el teflón, tenían entre cinco y nueve veces más probabilidades de tener enfermedad celíaca; mientras que los hombres jóvenes,tenían el doble de probabilidades de ser diagnosticados con la enfermedad si contaban con niveles sanguíneos elevados de productos químicos ignífugos, éteres de difenilo polibromados o PBDE.

Para el estudio, los investigadores analizaron los niveles de químicos tóxicos en la sangre de 30 niños y adultos jóvenes, de 3 a 21 años, a quienes se les diagnosticó recientemente la enfermedad celíaca en el Hospital de Niños Langone Hassenfeld de la NYU. Los resultados de las pruebas se compararon con los de otros 60 jóvenes de edad, sexo y raza similares.

El coinvestigador y epidemiólogo de salud Leonardo Trasande y el profesor Jim G. Hendrick, firmantes del trabajo, han explicado que se necesitan más estudios para demostrar que estos químicos tóxicos son una causa directa de la enfermedad celiaca; pero han señalado que se sabe que todos alteran los niveles de hormonas animales y humanas, que son clave para controlar tanto el desarrollo sexual como las defensas inmunes contra la infección.

Investigaciones anteriores habían sugerido que los orígenes de la celiaquía, que afecta a uno de cada 100 adultos en todo el mundo, son en gran parte genéticos y se transmiten de padres a hijos. Trasande, quien también se desempeña como jefe de pediatría ambiental en el Departamento de Pediatría de la Universidad Langone, y sus colegas querían investigar si existía un vínculo entre la exposición ambiental a las toxinas y el riesgo de un trastorno inmune particular directamente afectado por los niveles hormonales, como la celiaquía, cosa que han demostrado.

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