La seguridad alimentaria ha mejorado enormemente y las intoxicaciones alimentarias son cada vez más raras, siempre y cuando se respeten los protocolos de seguridad tanto a nivel empresarial como en el domicilio particular. Sin embargo, según la Universidad de Harvard, algunos aditivos alimentarios como el gluten campan a sus anchas en los alimentos procesados y ultraprocesados que se consumen hoy en día.
De esta manera, según ha explicado Amy Sha, doctora de la Universidad de Harvard, ha confirmado que una serie de aditivos alimentarios, entre los que destaca el gluten, permanecen entre los ingredientes habituales en los alimentos procesados y ultraprocesados que se consumen en la actualidad, dándose la paradoja de que aunque están aprobados para su consumo, no tienen un efecto inocuo del todo.
Además, aunque cada vez más consumidores siguen la recomendación habitual de leer las etiquetas, no siempre se sabe realmente cómo interpretar los códigos y nombres científicos de los aditivos, lo cual, complica la situación.
Entre los ingrdientes "acusados" por la Universidad de Harvard de potenciar el hambre en lugar de saciar, y que recomiendan evitar en la dieta, destacan:
- Gluten
Según explica la Dra. Sha, aunque el gluten está naturalmente presente en muchos alimentos, también es una sustancia habitual en los alimentos procesados, de forma que su consumo, en estado refinado, se habría relacionado con síntomas inflamatorios en ciertos grupos de personas dadas sus similitudes con el azúcar libre, dando lugar a irritación intestinal.
En este sentido, la especialista recomienda evitar los productos con gluten durante un mes y observar la evolución, de manera que si hay menor hinchazón estomacal y menor sensación de antojos, es posible que este gluten refinado sea el causante.
Las dietas sin gluten, por si mismas, no han demostrado ser una opción “más saludable”, pero el gluten procesado sería un caso diferente y a tener en cuenta si se sufren problemas intestinales.
- Glutamato monosódico
El glutamato monosódico, muy conocido por su relación con la comida china, se ha usado como potenciador del sabor durante años. Sin embargo, como explica la Dra. Sha, esta sustancia también potencia la producción de insulina por parte del páncreas, aumentando la sensación de hambre. De hecho, su consumo se ha relacionado con el aumento del riesgo de diabetes y obesidad, y se considera una excitotoxina. Además, en caso de intoxicación por exposición a grandes cantidades, podría aumentar la excitación de las células cerebrales, las cuales funcionarían sin un claro control y podrían continuar en ese estado hasta la muerte celular.
- Harina refinada
Los términos “refinado” y “procesado” se usan indistintamente para referirse al proceso de modificación de los alimentos para hacerlos más palatables y fáciles de consumir. En el caso de las harinas, este procesamiento consiste en eliminar el salvado y el germen, alargando así su vida útil. Sin embargo, esto también provoca una eliminación de vitaminas, minerales y fibra dietética. Las harinas blancas destacan por su elevado índice glucémico, dando lugar a elevados picos de azúcar en sangre, y disparando los niveles de insulina como consecuencia, lo que finalmente potencia la reacción de hambre y que explicaría por qué tenemos ganas de comer más poco después de consumir pan blanco en lugar de cereales integrales.
- Azúcar añadido
En paralelo a las harinas procesadas, están el azúcar blanco, el azúcar añadido o el azúcar procesado. Se trata de carbohidratos diferentes, cuyos efectos sobre el organismo son similares entre ellos, y al igual que con la harina, provocan rápidos picos de glucemia en sangre, que a su vez bajan de forma drástica, aumentando así la producción de insulina y el hambre secundaria. Una vez se empieza a consumir azúcar, es complicado controlar la ingesta, hasta el pñunto de que su consumo produce liberación de dopamina, un neurotransmisor relacionado con el circuito de recompensa cerebral. De esta manera, si consumimos azúcar, inconscientemente buscaremos más.
Para finalizar, la Dra Sha recomienda potenciar el consumo de otros alimentos, sobre todo aquellos ricos en polifenoles, que además de todos sus beneficios para la salud, sobre todo a nivel cardio y cerebrovascular, también contribuiyen a un mejor control del hambre y los antojos. En este sentido, la especialista ha enumrado algunos alimentos ricos en polifenoles, entre los que destacan: aguacates, bayas, brócoli, cerezas, frutas cítricas, café, semillas de lino, chocolate negro, legumbres, mangos, frutos secos, aceitunas, cebolla, calabaza, espinaca, té verde y las especias.