El uso de pruebas de anticuerpos para diagnosticar la enfermedad celíaca ha conducido a un aumento sustancial en la cantidad de casos detectados entre los niños, según destaca un nuevo estudio publicado por la prestigiosa revista norteamericana Pedriatics. Tradicionalmente, la enfermedad celíaca "clásica" se diagnosticaba cuando los bebés y los niños tenían síntomas como diarrea crónica y pérdida de peso significativa, pero en los últimos años, los expertos has concluido que la enfermedad celíaca tiene una gran variedad de síntomas, incluido el dolor abdominal crónico, el reflujo ácido, los vómitos y el costipado, en especial en los niños mayores. Esa mejor comprensión de los síntomas de la enfermedad celíaca se debió en gran parte a los análisis de sangre que detectan ciertos anticuerpos que produce el organismo de las personas con el trastorno.
Esos test permitieron derivar cada vez a más personas con síntomas "atípicos" a una biopsia intestinal definitiva, en la que se obtiene una muestra del intestino delgado para identificar lesiones. En este nuevo estudio publicado en la revista Pediatrics, los autores observaron que la frecuencia de los diagnósticos se triplicó tras la aparición en 1997 de los test de anticuerpos; pero es que además la mayoría de esos niños no tenían los síntomas clásicos de la enfermedad celíaca.
Aunque el estudio abarcó un sólo hospital, el aumento de los diagnósticos no es un caso aislado, aclaró el autor principal del estudio J. Decker Butzner, de la University of Calgary y el Hospital de Niños de Alberta, en Canadá. Estos nuevos resultados surgen de 266 niños que habían sido derivados al Hospital de Niños de Alberta entre 1990 y el 2006 para realizar una biopsia intestinal y diagnosticar la enfermedad celíaca.
Entre 1990 y 1996, antes de la aparición de los test de anticuerpos, se diagnosticó la condición a 36 niños de alrededor de 2 años; el 67 % había sido derivado por síntomas "clásicos". En cambio, entre el 2000 y el 2006, se diagnosticaron 199 niños con enfermedad celíaca a los 9 años. Apenas el 19 % de esos chicos tenía síntomas clásicos de la enfermedad.
El 38 % presentaba síntomas digestivos atípicos, como dolor abdominal crónico, y un 15 % tenía síntomas no digestivos, como deficiencia de hierro y del crecimiento. El resto de los niños (el 28 %) no tenía síntomas definidos, pero se les derivó para el examen porque tenían antecedentes familiares de enfermedad celíaca o habían tenido problemas asociados con un aumento del riesgo de desarrollarla, como la diabetes tipo 1 y el síndrome de Down. Butzner ha destacado que el análisis de sangre para la enfermedad celíaca se debe hacer cuando un niño tiene síntomas gastrointestinales crónicos que no desaparecen solos ni responden a un tratamiento.
También debe utilizarse en los niños con antecedentes familiares o enfermedades asociadas con la celiaquía, aunque el especialista aclaró que es discutible hacerlo cuando no hay síntomas.
El investigador enfatizó que los test de anticuerpos son sólo un procedimiento de control y no un diagnóstico definitivo. Ante un resultado positivo, dijo, la confirmación es con una biopsia intestinal.
Eso es importante porque, como explicó Butzner, el tratamiento de la enfermedad celíaca es una dieta sin gluten de por vida. Aunque es efectiva para aliviar los síntomas y curar y prevenir el daño intestinal, la dieta es también muy costosa y difícil de cumplir.