El Trasmozero es la aventura particular de Cristina Prieto, quien ha hecho de una necesidad familiar, la celiaquía de su hijo, una oportunidad de trabajo que le va a permitir continuar viviendo al lado del Moncayo, como era su deseo.

 

Se trata de una empresa de panadería con la que surte a usuarios de la zona y que también vende sus productos on-line a toda España. Este horno y panadería ofrece panes sin gluten, para que sean aptos para celíacos, y están hechos con "ingredientes ecológicos, nada de azúcar, bajos en sal, de masa madre y elaboración artesana", ha señalado Prieto.

Se trata, además, de "panes de especialidad", de diversos tipos: de cerveza, harina integral de trigo sarraceno, harina integral de arroz y multicereal, que se sirven en formato de pan de molde, con una textura más consistente y de larga duración.

Se han eliminado en su elaboración todos los ingredientes que pueden ser alérgenos, "excepto el sésamo, por sus grandes propiedades nutrientes", ha aclarado Prieto.

Cuenta El Periódico de Aragón que Prieto llegó hace unos 20 años a Trasmoz. Nacida en un pueblo de Zamora, los estudios universitarios la llevaron a Zaragoza, donde conoció a su pareja y acabaron viviendo en esta pequeña población zaragozana, conocida por sus historia de brujas y su castillo, donde han formado parte de la cooperativa El Acebo, otra iniciativa emprendedora, que elabora quesos artesanos, y en cuyo horno comenzó esta emprendedora su aventura empresarial.

Prieto se ha dedicado siempre al teletrabajo, impartiendo formación on-line para distintas empresas, pero hace un par de años, acuciada por la estacionalidad de su trabajo, comenzó a plantearse si no debería volver a la ciudad. "Había muchas temporadas que estaba parada, no sólo en verano, y en un pequeño pueblo las oportunidades laborales son muy pocas", ha explicado.

Tras muchos momentos de duda e indecisión, decidió quedarse, y lo hizo creándose ella misma una segunda ocupación que le permitiese seguir viviendo en el mundo rural. Paradójicamente, poco después llegaría la pandemia del Covid-19 y el teletrabajo se situaría en primer plano, pero Prieto ya había reconducido su vida laboral y el nuevo proyecto emprendido, que comenzaba a dar sus frutos entre el público de la zona sufrió el impacto del confinamiento.

Pero Prieto resistió. "Pude hacerlo porque había empezado con un proyecto pequeño y unipersonal, si hubiese tenido empleados no sé qué hubiera hecho", ha manifestado.

Ante este primer obstáculo inesperado, El Trasmozero optó por crecer: "Invertí en un horno y añadir más equipamiento, aprovechando los préstamos ICO abiertos por el covid19, buscando ampliar mercado", consiguiendo mantener a su público más cercano, a la vez que comenzó su despegue on-line, un negocio que emprendió porque "desde el principio tuve buenas sensaciones", ya que era un campo "que no estaba cubierto".

"Hace falta este producto, ahora me están pidiendo que haga repostería y lo estoy estudiando", ha relatado al diario regional, y pide paciencia porque "los trámites sanitarios para aprobar un nuevo producto alimentario son muy largos". De momento, "horneo todas las semanas", ha apuntado y la venta "como no tengo tienda" se realiza principalmente "por Whatsapp" y el pago "por Bizum".

Instagram es también una herramienta fundamental tanto como escaparate como para comunicarse con su clientela. Por ello, una de las principales carencias que Cristina Prieto encuentra en el mundo rural es la mala cobertura de Internet, que es "muy cara y muy deficiente, siendo algo básico".

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