Un reciente estudio sugiere que introducir de manera temprana el gluten en la dieta de los bebés podría reducir la posibilidad de que estos desarrollen el síndrome celíaco. En este sntido, los investigadores explican que no proponen medidas ni soluciones, sino que simplemente narran sus resultados, y recomiendan y solicitan hacer más estudios en este sentido.
Se trata de un ensayo denominado Indagación sobre Tolerancias, que en inglés se conoce por las siglas EAT, un juego de palabras con el verbo “comer” en inglés, que siguió el desarrollo de más de 1.000 niños del Reino Unido durante 10 años, a los que se les asignó de manera aleatoria a dos grupos distintos: uno de control, que seguía una dieta de lactancia estricta durante sus primeros seis meses de vida según las recomendaciones generales; y otro introducción, al que se le introducían ciertos alérgenos, sustancias que provocan las alergias alimenticias más comunes, aunque la celiaquía no sea, hablando apropiadamente, una alergia.
Los seis alérgenos que se estudiaron fueron la leche de vaca, huevo, cacahuetes, sésamo, pescado y gluten, pero los investigadores se han centrado en el gluten, y es del que han publicado los resultados.
De esta manera, lo que se hizo fue introducir este compuesto en la dieta de los infantes a partir del cuarto mes de vida, un momento que no se eligió al azar, si no que se basa en publicaciones anteriores que indicaban que era el momento apropiado.
El gluten lo introdujeron en la dieta de los bebés mediante unas galletas de cereales cuyo componente principal es el trigo; pero no de cualquier manera, sino que la cantidad de gluten que recibían los niños tenía que ser de cuatro gramos a la semana. Cuando los niños alcanzaron los tres años de edad, los investigadores volvieron a contactar a las familias y analizaron cuántos de los infantes habían desarrollado celiaquía.
En el grupo introducción ningún infante era celíaco, mientras que en el grupo control sí había celiacos… aunque tampoco muchos más.
En el grupo control había siete casos de celiaquía, de un total de 516 infantes. En el grupo introducción, cero de 488. A nivel estadístico, la diferencia es muy justa, pero a nivel de diseño, de la ciencia detrás del experimento y de las conclusiones, no hay ni un solo pero. La duda que queda es saber si la diferencia puede ser una cuestión de azar, una casualidad que justo los siete celiacos estén en el mismo grupo, que es algo que no se puede descartar, pero no lo parece.
Por la calidad del diseño, de los datos recabados y el análisis de estos, parece que las conclusiones son buenas. Y por eso los investigadores piden que se realicen más estudios, al llegar a la conclusión de que todo apunta a que una introducción temprana de gluten en la dieta puede ayudar a reducir o evitar la celiaquía.