La Panamericana dejó huella por su comida original y divertida, donde predominaban los sabores caribeños, chispeantes, frescos y llenos de fantasía, y que no siempre eran lo que parecían… y es que no es habitual empezar con la cafetera en la mesa y acabar con un nigiri sushi. Tras su cierre en 2015, el anterior propietario cedió el testigo al equipo que lo había hecho prosperar y ahora, dos años más tarde, Carlos Pérez, camarero por vocación, y Filomena Grudeski, bien conocidos por el excepcional trato que ya daban por aquel entonces en sala, reabren las puertas y se convierten en los impulsores del nuevo Oceanika, un establecimiento que hará las delicias de los celíacos.

Los nuevos propietarios conocen la filosofía, las recetas y saben tratar a su público como se merece, de modo que la fórmula no puede fallar; y aunque a los fans y viejos conocidos les sonarán las elaboraciones de fusión iberoamericana, para los que entren por primera vez, cada plato de la carta puede ser una sorpresa.

Destacan en su carta sus tiraditos, ceviches, tartares, o una mezcla de los dos últimos, el Tartar acevichado de salmón, que se acompaña de nachos y guacamole. Siguiendo con el sabor más mexicano, también ofertan Cucuruchos de cochinita o de ají gallina; y especialidades como el Lomo saltado, un plato típico de Perú presentado en un mortero o molcajete.

Al ser cocina de origen iberoamericano, donde impera el maíz, la gran mayoría de la carta es apta para celíacos, lo que hace de este local luminoso y agradable en el que predomina la madera y las plantas, un lugar de encuentro ideal para estos comensales.

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