Durante los últimos años, la intolerancia al gluten que sufre hasta el 1 % de la población, está en ocasiones rodeada de polémica por unos u tros motivos. En esta linea, una de las cosas que parece que los expertos tienen claro, es que la creciente demanda de productos para celíacos no se debe solo a un aumento de los diagnósticos de intolerancia al gluten como tal, sino al hecho de que hasta el 12 % de la población parece notar molestias tras consumir alimentos con gluten, pero sin un diagnóstico claro de intolerancia.

El diagnóstico que reciben estos pacientes es el de "sensibilidad al gluten", una realidad aún poco comprendida y que ha llegado a ser catalogada como un engaño del cerebro en algunos estudios.

La novedad en todo este lio, es que un nuevo estudio publicado en la revista Gastroenterology sugiere que el gluten no es el problema real de estos individuos sensibles al gluten, sino que podría haber entrado en escena un nuevo actor: los fructanos, que no son sino unas moléculas presentes en el trigo y y que serían las que causan los problemas estomacales en las personas sensibles al gluten.

Cuenta el diario El Español que en anteriores investigaciones ya se había comprobado que eliminar el gluten en los alimentos no solucionaba los problemas de aquellos individuos sensibles a dicha proteína, de tal forma que si se consumían comidas idénticas, con la única diferencia de haber eliminado el gluten, los síntomas permanecían.

Para solucionar este entuerto, los investigadores Jane Muir y Peter Gibson, de la Universidad de Monash (Australia) decidieron investigar más a fondo cuál era el problema real en la sensibilidad al gluten. Su sospecha recayó en los fructanos, un tipo de molécula que se encuentra también en el trigo, la cebada, el centeno y también en la cebolla, ajo, garbanzos, repollo y alcachofas.

Para demostrar su teoría, reclutaron a 59 adultos sensibles al gluten, sin enfermedad celíada diagnosticada, aunque sí seguían dietas sin gluten por dicha sensibilidad. Les dieron a estos voluntarios tres tipos de barras de cereales con gluten, fructanos, y sin ninguno de ambos.

Los participantes consumieron una de estas barras cada día durante una semana, dejando una semana entre medias de cada tipo de barra. Todas ellas tenían el mismo aspecto y sabor, por lo que los participantes nunca sabían cuál estaban consumiendo.

Según los resultados del estudio, las barras de cereales con fructano provocaban hinchazón estomacal en el 15 % de los voluntarios, y síntomas gastrointestinales en el 13 % de ellos en comparación a la barra de cereales de control. Sin embargo, la barra de cereales con gluten no provocó síntoma alguno.

Según Muir, estos hallazgos podrían explicar porqué los individuos que sufren colon irritable también mejoran con las dietas sin gluten, pero no se mejoran por completo. Al eliminar el trigo, eliminan gran parte de los fructanos de la dieta, pero aún pueden sufrir problemas por seguir consumiendo otros alimentos como cebolla y ajo. De hecho, algunos productos sin gluten como las patatas fritas o los garbanzos también contienen dichas moléculas, dando lugar a los síntomas gastrointestinales.

Estos hallazgos se ajustarían a los resultados de otros ensayos clínicos recientes, en los cuales se sugiere que cortar el consumo de fructanos y otros nutrientes haría mejorar al 70 % de los individuos con síndrome de colon irritable.

Si finalmente se comprueba, con sucesivas investigaciones, que los fructanos son el problema real, se podrán consumir otros alimentos eliminados de las dietas sin gluten para personas diagnosticadas de sensibilidad al gluten no celíaca.

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