La semana pasada, numerosos padres de niños celíacos se alarmaron cuando conocieron la noticia de la muerte de un bebé en Bélgica al que sus padres alimentaron exclusivamente con bebidas vegetales, de arroz, de avena y sobre todo de quinoa. El bebé tenía siete meses de edad, pesaba tan solo cuatro kilos... y murió ¿por la dieta sin gluten, o de desnutrición?.

Estos días se celebra el juicio en Bélgica contra los padres del bebé, acusados de la muerte del pequeño por malos cuidados, de ahí que saltara la noticia en los medios. El fiscal pide para cada uno de los progenitores, que regentaban una tienda de “productos naturales”, 18 años de prisión.

La preocupación de los padres surgió sobre todo por el titular que se repitió en la mayoría de medios, que daba a entender que el bebé había muerto porque no comía gluten: “Muere un bebé de siete meses al que sus padres le dieron una dieta sin gluten”, era el más frecuente. Pero, ¿puede una persona morir por no comer gluten, como insinuaban algunas noticias?.

Ningún niño ni ningún adulto puede morir por llevar una dieta sin gluten”, ha explicado categórica la pediatra Lucía Galán, autora del blog www.luciamipediatra.com, Premio Bitácoras al mejor blog de salud e innovación científica en 2015; quien afirma que “en ese hipotético e irreal caso, ¿qué sería de los cientos de miles de pacientes con enfermedad celíaca que hay en el mundo que deben llevar una dieta exenta de gluten de por vida?”.

El gluten es la principal proteína de cereales como el trigo, la avena, la cebada y el centeno. Los cereales, tanto con como sin gluten, son el grupo de alimentos que suele ofrecerse a un lactante a partir de los seis meses para iniciar la alimentación complementaria. La Organización Mundial de la Salud y las principales sociedades científicas del planeta recomiendan que hasta esa edad los bebés tomen leche materna en exclusiva. Y en su defecto leche de fórmula especialmente adaptada para cubrir las necesidades nutricionales de los pequeños.

Galán, autora “Lo mejor de nuestras vidas” (2016, Planeta) y “Eres una madre maravillosa” (2017, Planeta), apunta que las últimas recomendaciones de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica son no introducir el gluten antes de los cuatro meses, pero tampoco demorarlo más allá de los siete meses. Por eso, la edad recomendada para hacerlo es entorno a los seis meses, momento también en que se inicia la alimentación complementaria.

Que en algunas zonas del planeta comiencen a introducir primero cereales sin gluten, como el maíz o el arroz, se debe, explica Galán, a una cuestión cultural, no porque haya evidencias científicas de que un alimento sea mejor nutricionalmente o para la salud. Simplemente, en Oriente se consume más arroz y en América, maíz, mientras que en Europa el trigo es el cereal estrella.

Seguir o hacer seguir a un bebé una dieta exclusiva en la que suprimimos grupos de alimentos sin que haya una justificación médica, no tiene sentido”, ha explicado al portal especializado Big Vang Òscar García, jefe del servicio de neonatología del Hospital Clínico de Barcelona, y ha añadido que “a partir de los seis meses de edad se tiene que ofrecer a los bebés una dieta variada, en la que se van introduciendo los alimentos de uno en uno para evitar alergias, de forma progresiva”.

Según este doctor, "no hay ninguna evidencia científica de que eliminar el gluten de la dieta -si no se es celíaco o intolerante-, sea saludable o conlleve alguna mejora de salud...", y añade que “esta proteína de los cereales puede ser potencialmente alergénica en función de condicionantes genéticos o si, por ejemplo, hay una enfermedad intestinal que deja una lesión en la mucosa intestinal, que hace que no toleres el gluten”.

Aunque no mejora la salud, a no ser que se sea intolerante o celíaco, se puede vivir sin gluten. No es un nutriente esencial para la vida. “La única justificación para retirarlo de la dieta es que haya un diagnóstico de una enfermedad celíaca o una intolerancia. Solo en este caso los pacientes llevarán una dieta exenta de gluten de por vida, o de lo contrario podrían sufrir complicaciones graves como cáncer de esófago, y faríngeo, adenocarcinomas de intestino delgado y linfomas de Hogkin”, indica Galán.

En el trágico caso del bebé de Bélgica, se ha sabido que los padres a los cuatro meses de vida del bebé –cuando pesaba 6 kilos- optaron por seguir alimentándolo con leches vegetales. "En ningún sitio se dice si el bebé recibió leche materna, que es el mejor alimento para un lactante y que debe ser el único alimento que reciba hasta los seis meses de edad, tal como recomienda la OMS y los principales comités científicos del planeta", explica Galán, quien afirma que “a partir de los seis meses la leche se complementa, no se sustituye, por el resto de grupos de alimentos: cereales con y sin gluten, verduras (excepto las de hoja verde), frutas, carne, pescado, huevos y legumbre. De esta forma se garantiza el aporte nutricional que necesitan los niños a medida que van cumpliendo meses”.

La leche materna tiene todos los elementos nutricionales necesarios para el crecimiento y desarrollo de los niños, sin necesidad de ningún otro aporte. Si los niños no toman leche materna, la leche de fórmula es un preparado especial que garantizan todos los nutrientes esenciales.

Los padres del bebé muerto le diagnosticaron, sin pasar por el pediatra, intolerancia al gluten y a la proteína de leche de vaca, y eso les hizo optar por alimentarlo con leches vegetales, “naturales” y “orgánicas”, de las que vendían en la tienda que regentan. El problema es que aunque se llamen leche no lo son.

Cada animal tiene la leche que necesita, los terneros, la leche de vaca; los humanos, la leche humana. Las leches artificiales o maternizadas son leche de vaca modificada para que se parezca a la leche materna. Pero los preparados de quinoa o vegetales carecen de vitaminas, proteínas y otros nutrientes esenciales para garantizar el correcto desarrollo del niño”, alerta García.

El bebé belga murió, desnutrido. Los servicios de urgencias del hospital en que ingresó no pudieron hacer nada por salvarle la vida. “Somos animales omnívoros y como tales, si no tenemos un problema de salud, tenemos que comer de todo", concluye Galán

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