Una nueva bebida sin gluten está empezando a hacerse un entre los cosumidores. Se trata de la kombucha, una bebida probiótica, de tradición milenaria y cien por cien natural conocida como elixir de vida y fuente de energía.

Cuenta con numerosos beneficios para el organismo, y con un peculiar sabor sin apenas calorías, y se ha puesto de moda en países tan dispares como Indonesia, Australia o Estados Unidos; aunque también en países como Reino Unido, Francia y Alemania el número de marcas de kombucha ha aumentado en los últimos años.

Según explican Nuria Morales y Beatriz Magro, fundadoras de Komvida, la kombucha se obtiene de una doble fermentación (con el fin de alterar lo menos posible y alargar la vida de la bacteria) de una colonia simbiótica de bacterias y levaduras llamada scoby que, mezclada con té verde, azúcar, agua mineral y zumos orgánicos, da como resultado un sabor intenso con una burbuja que se produce por la propia fermentación.

Para no alterar ni suprimir las propiedades probióticas de la kombucha, las expertas afirman que la bebida no se pasteuriza, por lo que se considera un alimento vivo y probiótico, o lo que es lo mismo, con microorganismos que permanecen activos en el intestino y ejercen efectos fisiológicos.

Entre los beneficios de consumir kombucha, las expertas destacan que mejora el sistema inmunológico, ayuda a eliminar toxinas del hígado y del cuerpo, es una fuente de antioxidantes, ayuda a prevenir enfermedades como el cáncer o la artritis, mejora la digestión y flora intestinal, ayuda a reducir el riesgo de padecer cistitis, y equilibra el metabolismo a la vez que proporciona energía.

Además, no contiene gas carbónico, pero tampoco gluten (lo que la hace apta para celíacos), ni azúcares añadidos, ni lácteos y al no ser de procedencia animal, se considera una bebida vegetariana y crudivegana.

Solo aporta entre 29 y 31 calorías por cada 100 ml, menos que una manzana; y puede tomarse como sustitución al café por la mañana, mientras o después de hacer ejercicio, o por la tarde noche como alternativa a los refrescos tradicionales añadiéndole unas hojas de menta o hierbabuena, unas rodajas de naranja, limón o fresas.

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