Son muchos los factores que intervienen en la infertilidad, tanto femenina como masculina, y la mayoría se vinculan a un estilo de vida poco saludable o a la genética. Es cierto que ambos aspectos influyen notoriamente, pero en ocasiones las dificultades para procrear se derivan de algunas patologías ya existentes... y una de estas enfermedades que parece afectar a la fertilidad de las mujeres es la celiaquía.

De hecho, algunos estudios plantean la intolerancia al gluten como causa de abortos espontáneos durante las primeras 24 semanas de gestación.

De esta manera, una embarazada celíaca podría presentar fallos en el crecimiento del embrión, pues parece que no absorbe correctamente los nutrientes. Esta situación conlleva un nivel bajo de minerales, vitaminas y ácido fólico, este último fundamental para la prevención de irregularidades en el tubo neural, como la espina bífida, una malformación que no tiene cura.

Los problemas surgen cuando es la madre quien sufre la afección y no sigue un tratamiento adecuado; mientras que los padres no se ven afectados si son ellos los celíacos.

Además de la celiaquía, otras enfermedades como cuando se sufren daños en la glándula tiroides, pueden hacer la tarea de la maternidad cuesta arriba. Si falla esta glándula, no sólo perturba el embarazo, sino que afecta el desarrollo del bebé, con consecuencias como el alumbramiento de niños con retardo neurológico y/o con dificultades físicas, mentales y de adaptación a su entorno.

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