El amaranto es un pseudocereal sin gluten originario de América del Sur y consumido desde la antigüedad, que llegó a ser ingrediente fundamental en la dieta de las antiguas civilizaciones precolombinas, como la maya o la azteca. Por su valor nutricional, cada vez son más las personas que lo incluyen en distintas preparaciones culinarias ya que se considera que son numerosos los beneficios que puede aportar a la salud en general.
El amaranto es una planta cuyas semillas guardan una gran similitud con los granos de cereales como el trigo, el arroz o el maíz, de ahí que, al igual que ocurre con la quinoa, se le considere un pseudocereal. A medida que ha ido siendo conocido, su consumo se ha incrementado porque en su rica composición destacan macronutrientes y micronutrientes esenciales para el buen funcionamiento del conjunto de nuestro organismo.
Es una fuente natural de proteínas vegetales de alto valor biológico, ya que contiene todos los aminoácidos esenciales y, además, destaca por su elevado contenido en antioxidantes, que ayudan a combatir la acción de los radicales libres previniendo el envejecimiento prematuro de nuestras células. Calcio, magnesio, fosforo, hierro o zinc son algunos de los minerales que aporta, sin olvidar que también es uno de los alimentos de los que obtener vitaminas del grupo B y una buena cantidad de la fibra que necesitamos a diario.
Se trata de un alimento muy completo y nutritivo apto para celíacos al no contener gluten, siendo el equilibrio entre los nutrientes lo que dota a este alimento de buenas propiedades, de forma que tomado en su justa medida, puede proporcionar importantes beneficios.
En primer lugar, los granos de amaranto contienen una cantidad considerables de carbohidratos llegando a superar, según la variedad de la que se trate, hasta los 60 gramos de carbohidrato por cada 100 gramos de amaranto. Es, por tanto, un alimento energético ideal para deportistas y también para personas que desarrollan una actividad física intensa, por ejemplo, en el trabajo.
También la calidad de su proteína es un valor que hace recomendable incluirlo en una dieta equilibrada, ya que, ayuda al buen estado de nuestros músculos y en general de todos los tejidos que forman nuestro cuerpo. La presencia de minerales esenciales hace que también sirva para prevenir o mejorar distintas dolencias. El calcio fortalece los huesos y previene la osteoporosis; mientras que el hierro en destacables cantidades hace que sea un buen aliado contra la anemia, tal como señala la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); y la presencia de magnesio y fósforo contribuye a mantener en buen estado el sistema inmunológico y las conexiones de nuestro sistema nervioso.
Las semillas de amaranto contienen, además. distintos elementos de acción antioxidante, sobre todo flavonoides y vitaminas A y C esenciales para evitar el estrés oxidativo y el envejecimiento celular prematuro.
La fibra que aporta el grano cumple funciones tan importantes como ayudar a regular o evitar el sobrepeso y la obesidad, pero también ayuda a mantener una buena salud cardiovascular, resultando beneficiosa a la hora de controlar los niveles de colesterol en sangre, gracias a la presencia de ácidos grasos insaturados, y también la presión arterial.
En general, el amaranto no presenta contraindicaciones, excepto en el caso de alergia o intolerancia a este alimento. Aun así, como ocurre con cualquier otro alimento, su ingesta debe ser moderada, como parte de una dieta saludable, y tomarlo de manera excesiva podría hacer que su alto contenido en fibra tuviera efectos negativos, especialmente en personas que padecen problemas digestivos o colon irritable. Además, conviene tener en cuenta que la fibra, en principio, es buena y favorece el correcto tránsito intestinal, pero una cantidad excesiva podría desencadenar molestias o dolor de estómago y episodios de acidez, reflujo o diarrea.