Las técnicas de videoendoscopía están revolucionando la forma en que se diagnostican y son tratadas las enfermedades gastrointestinales. Las técnicas mínimamente invasivas ayudan a solucionar problemas que antes sólo podían descubrirse con intervenciones quirúrgicas. Y la buena noticia es que los avances siguen. Ahora, un equipo de investigadores japoneses anunció haber desarrollado una cápsula endoscópica autopropulsada y controlada a distancia para poder “nadar” en el intestino. Se trata de una técnica que puede ser muy útil para un mejor diagnóstico de la enfermedad celíaca.
Es la primera vez en el mundo que una endoscopia se desplazó de forma autónoma para captar imágenes, según aseguró el equipo de trabajo en una "Conferencia Internacional sobre Enfermedades Digestivas" en Chicago (Estados Unidos). El diagnóstico a través de las videopíldoras ya se utiliza con cierta regularidad desde 2004 en nuestro país. Pero, hasta ahora, el sistema era “no controlado”, es decir que el paciente la ingería y luego se eliminaba en forma natural. Esta última innovación permite controlar la dirección, y por eso los investigadores de la Universidad Ryukoky y del Colegio de Medicina de Osaka, a cargo del proyecto, la bautizaron como “Sirena”.
La videocápsula mide un centímetro de diámetro y 4,5 de largo. “Pequeña y fácil de ingerir”, según dijo Naotake Otsuka, de la Universidad Ryukoky, que probó la píldora y dijo no haberla sentido. Tiene una especie de aleta en la parte posterior que permite controlar la dirección, a través de un joystick que manejan los médicos y que sirve para determinar que es lo que se quiere monitorear. “Con el control remoto de la cápsula, podemos fotografiar con precisión el área que necesita ser tratada”, dijo el profesor Kazuhide Higuchi a la agencia AFP. “Podemos examinar el canal digestivo, del esófago al colon en unas pocas horas”, agreg
Las videocápsulas sirven para diagnosticar hemorragias digestivas, anemia, tumores del intestino delgado, pólipos y poliposis. También puede ser útil para confirmar la sospecha de enfermedad celíaca, y se utiliza para detectar problemas del esófago, como el reflujo que se percibe por la acidez crónica o el desorden llamado “esófago de Barrett”.
Las píldoras entran por la boca, exploran el aparato digestivo y toman fotos cuando se lo indican. Este último dispositivo es capaz de sacar hasta dos fotos por segundo. Una vez que el paciente ingirió la píldora, se pueden empezar a detectar problemas del intestino delgado a las dos horas de que el paciente se tragó la cápsula, porque es justamente después de ese tiempo que llega al intestino. Desde allí trasmite las imágenes por radiofrecuencia a un grupo de antenas que los pacientes llevan adheridos a su abdomen. Y esas imágenes son grabadas digitalmente en un dispositivo, muy parecido a un walkman, que se lleva en el cinturón durante ocho horas.
Una vez que se termina el examen, las imágenes se descargan en una computadora y se procesan por un software específico, lo que permite que el especialista en gastroenterología observe las imágenes como si fuera un video y analice dónde están los problemas.
El principal beneficio de este tipo de técnicas es que se trata de un método no invasivo, o al menos mínimamente invasivo. Este concepto nació en la década del 70 con la mejora sucesiva del diagnóstico imaginológico en medicina. Así aparecieron la tomografía computada, la angiografía digital y la resonancia magnética nuclea
La videocápsula, que algunos también llaman “endoscopía sin cables”, tiene una cámara de video en miniatura, pilas, una fuente de luz y una antena. Está hecha de un plástico especial, que no se rompe en el aparato digestivo. El concepto de desarrollar este tipo de método de diagnóstico surgió en 1981. Fue una idea de Gavriel Iddan, un ingeniero mecánico que trabajaba en el área de investigación del Ministerio de Defensa de Israel. El gastroenterólogo inglés, Paul Swain, también estaba trabajando en el mismo concepto y ensayó su proyecto en cerdos. Esta última videocápsula autocontrolada comenzó a testearse en 2009 en estómagos de perros y una vez aprobado su funcionamiento se empezó a trabajar para lograr reducir su tamaño.