A propuesta de India, su mayor productor, las Naciones Unidas han declarado 2023 el Año Internacional del Mijo con el fin de atraer la atención por este cereal sin gluten infrautilizado y promover el conocimiento de un. producto que cuenta como ventaja frente, en un contexto de cambio climático, con una gran capacidad de adaptación a ambientes áridos.

 

El jefe del equipo de Sistemas de Cultivos Rurales y Urbanos de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Fenton Beed, ha señalado que, aunque hay un gran interés por parte de India, el mijo también se ha desarrollado en África subsahariana y en otros países como China, Japón y Australia, además de Centroamérica.  

Este cereal presenta dificultades en el momento de la cosecha, al ser un grano pequeño que hace que resulte difícil separar la semilla de la planta, de forma que, a la manera tradicional, el mijo se trilla contra el suelo, lo que significa que se mezcla con piedras y puede suponer un problema cuando se quiere procesar o introducir en el mercado.

Sin embargo, en cuanto a su valor nutricional este cereal presenta ciertos beneficios, empezando por que casi todos los tipos de mijo están exentos de gluten y presentan un bajo nivel de glucosa; además, poseen alto contenido en hierro y otros nutrientes como el calcio, aunque eso puede depender de sus condiciones de cultivo.

El año internacional representa una oportunidad para intercambiar experiencias y fomentar la producción y el consumo de mijo en los países subsaharianos, como demuestran las actividades que planean Níger o Nigeria, dos importantes productores junto a Malí, Sudán, Etiopía, Burkina Faso, Senegal y Chad.

Según los últimos datos de la FAO, en 2021 se produjeron 30 millones de toneladas en 31 millones de hectáreas en todo el mundo, con Asia y África como las principales regiones.

La experta de la FAO Makiko Taguchi ha resaltado las dificultades para obtener información sobre este grupo de cultivos, por lo que están trabajando para mejorar la recogida de datos y apoyar el desarrollo del mijo.

El Consejo Internacional de Cereales, el Instituto Internacional de Investigación de Cultivos para los Trópicos Semiáridos (Icrisat) o el Foro para la Investigación Agrícola en África (FARA) son algunas de las entidades que están invirtiendo parte de sus recursos en la investigación de ese cereal.

En muchos ambientes urbanos de estos países la gente se está sintiendo actualmente más atraída por cultivos occidentales, pero se necesita revitalizar la industria entera para que las personas se interesen por estas especies que han existido durante milenios, según el especialista.

Centroamérica es uno de sus potenciales beneficiarios, no solo por la necesidad de adaptarse a las sequías más recurrentes, sino también porque, al igual que otros países en desarrollo, depende de la importación de alimentos básicos y la guerra en Ucrania ha reducido su disponibilidad.

En este sentido, Beed ha indicado que «los países necesitan ser más autosuficientes en la producción local de alimentos. Además, la pandemia ha demostrado cómo de frágiles son nuestros sistemas alimentarios»; y aunque el foco está puesto en las condiciones de los países en desarrollo, el mijo -que representa menos del 3 % del comercio mundial de cereales- podría acabar exportándose a los países ricos para saciar su deseo de probar alimentos nuevos, como ya ocurrió en su momento con las semillas de quinoa o de chía.

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