La Federación Regional de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (FAPA) Francisco Giner de los Ríos ha puesto una demanda administrativa contra la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid por dar a los 11.500 alumnos que tienen Renta Mínima de Inserción (RMI) menús, entre ellos un buen número elaborados sin gluten, facilitados por Telepizza y Rodilla.
Entre las críticas de la federación, destaca que no existe una propuesta para alergias, intolerancias y otras condiciones de salud que requieren adaptación nutricional... y la única propuesta en este sentido que existe “es casi ofensiva”, ya que pone a disposición de los menores una pizza sin gluten de elevadísimo contenido calórico como único menú de Telepizza. Este único menú sis gluten es para todos los días y con muchos otros alérgenos que hacen imposible su consumo en caso de multialergia.
En Rodilla, existe la opción de elegir tres combinaciones de sándwiches sin gluten elaborados con fiambres y derivados cárnicos, todos con “un elevado contenido calórico, teniendo en cuenta que son dos mitades de sándwich y una fruta o un yogur”. Igualmente con muchos otros alérgenos.
La federación se basa en un informe elaborado y firmado por la nutricionista y dietista Paloma Gladiné Martín y 16 compañeros más que analizan la calidad nutricional de los menús. Además, la FAPA también ha enviado una queja al Defensor del Pueblo.
Tras la suspensión de clases en Madrid el 11 de marzo, muchos Ayuntamientos, como Leganés, decidieron seguir prestando el servicio de comedor a través de las empresas que ya lo realizaban. Sin embargo, la Comunidad de Madrid no. El 16 de marzo, anunció que había organizado un dispositivo para que los 11.500 alumnos pudieran recoger su comida en los locales de Telepizza, a los que se sumó después Rodilla y más tarde Viena Capellanes. Entonces llegó la polémica.
Primero porque se invalidaron los contratos de las empresas de comedores, adjudicados por concurso público y ya firmados, y segundo por la baja la calidad nutricional de estas comidas. “Existen unos mínimos que se deben respetar bajo cualquier circunstancia, puesto que no hacerlo supone un perjuicio para la salud conocido y demostrado”, argumenta la federación en la demanda. “Hemos optado por seguir la vía administrativa porque para deshacer este entuerto no hace falta más que intencionalidad política, cosa que se soluciona en un par de días", explica el presidente de la FAPA, Camilo Jené.
Para la federación, “parece imposible entender y aceptar que se haya ofrecido como solución tres cadenas de fast food”. Primero, argumenta, porque no es una mínimamente aceptable desde el punto de vista nutricional. Segundo, porque deja fuera a miles de familias cuyos hijos padecen algún tipo de alergia, intolerancia o dolencia, aunque no es el caso de la celiaquía. Y finalmente, porque existen alternativas reales mucho más adecuadas y que protegen el derecho de todos los niños a una alimentación saludable.
En su informe critican la escasa variedad de los menús, ya que solo ofrecen cinco o seis menús para cubrir dos meses, un periodo que podría ser mayor, lo que implica repetir no solo de una semana a otra, sino dentro de una misma semana. Para seguir, casi todos los productos que incluyen se sitúan en el pico y la parte alta de la pirámide NAOS, es decir, los que se recomienda consumir de manera ocasional.
Hay una alta cantidad de hidratos de carbono de elevado índice glucémico y similares al pan, como masas de harinas refinadas, tortillas de trigo, pan de molde, de hamburguesa o tostado, patatas fritas y bollería (como brownies o bizcochos de zanahoria). Constituyen la fuente principal de hidratos las proteínas de escaso interés nutricional, como las carnes precocinadas (de pollo y anecdóticamente carne picada de ternera en una salsa boloñesa), los derivados cárnicos (fiambre de pavo, jamón cocido o bacon) y lácteos como ingrediente de salsas o grasos (quesos o preparados lácteos de calidad desconocida, leche y nata en salsa carbonara y bechamel y en algunos menús de Rodilla un yogur que podría parecer natural y sin azúcar).
De manera anecdótica, continúa el informe, aparece huevo cocido y atún en una ensalada. Y no hay ningún plato a base de pescado, huevo, ni carne magra.
En cuanto a salsas industriales, los nutricionistas explican que aparecen en el 50 % de las propuestas. Mahonesa, salsa carbonara, miel y mostaza, tomate confitado o barbacoa. Normalmente, asociadas a un elevado contenido en grasa, sal o azúcar y con aditivos que resultan “adictivos” y modifican el gusto.
En cuanto a las grasas saturadas, azúcares y sal, explican que son abundantes en fiambres, derivados cárnicos, patés, bollería, salsas y precocinados (pollo rebozado, pizzas, croquetas) o bebidas carbonatadas (refrescos).
También describen unos menús con abundantes fritos y rebozados, sin que se conozca la calidad del aceite de fritura, y con snacks de acompañamiento, patatas de bolsa o alimentos de elevada densidad calórica y pocos nutrientes, “lo que en general se denomina comida basura”. Pizzas, hamburguesas, pollo rebozado frito, croquetas, patatas fritas, bollería, refrescos, todo de procedencia industrial. Además resulta grave que se destaque el aporte energético como algo positivo, sin especificar la distribución de estas calorías.
Se excluyen por completo grupos de alimentos imprescindibles para una alimentación sana y equilibrada, como la verdura y la fruta. Sí hay en algunos menús verdura de hoja cruda, tomate y naranja “pero no en todas las ofertas como debería”. Además, en algún caso se ha sustituido por patatas fritas pese a figurar ensalada. Los menores tampoco comerán durante al menos dos meses legumbres, arroz y pasta (salvo unos macarrones), y mucho menos integrales. No probarán el pescado o el huevo como grupo principal del plato.
Hay una ausencia completa de guisos, platos de cuchara, estofados, platos a la plancha o al horno, y cualquier atisbo de variedad gastronómica, tradicional, cultural.