Supuestos celíacos a los que el gluten parece molestar sólo si está en el pan; alérgicos al marisco que no tienen ningún problema con la salsa de ostras;  o vegetarianos que parecen no tener ningún problema con las alitas de pollo... se trata de asuntos que están en el día a día de muchos restaurantes, según ha denunciado un cocinero, harto de que los pedidos de los comensales estén llenos de anotaciones sobre lo que, en teoría, pueden o no comer.

Según recoge Iker Morán en un interesante post del blog La Gulateca, publicado por el diario 20 Minutos, y que reproducimos parcialmente para ilustrar esta información, el chef australiano Patrick Friessen  denunció recientemente en sus redes sociales esta moda de las falsas alergias, que en realidad es un tema recurrente entre los cocineros, que tienen que lidiar con este tipo de requisitos especiales de los comensales cuando, en muchos casos, son manifiestamente mentira.

Este cocinero del restaurante Queen Show, se ha referido para ejemplificar la situación a otro clásico, como son los clientes que se declaran alérgicos a la cebolla; y es que por lo visto, se trata de una "dolencia muy habitual entre quienes están teniendo una cena o comida romántica y básicamente quieren evitar el mal aliento", explica Friesen.

No es la primera vez que este chef cuestiona públicamente eso de que el cliente siempre tiene la razón. De hecho, hace ya unos años, su crítica a unos vegetarianos que decidieron ir a cenar a un restaurante especializado en barbacoa también causó bastante revuelo. “¿Podríais pensarlo mejor antes de venir a una barbacoa y hacernos cambiar un montón de platos? Yo no voy a un restaurante indio y me indigno si me sirven curry”, comentaba indignado en su Instagram.

Aunque el caso de los vegetarianos puede parecer anecdótico o la pataleta de un cocinero que tiene que adaptar el menú por el capricho de los clientes, el tema de las falsas alergias alimentarias resulta mucho más serio y peligroso. De hecho, según ha explicado este chef, su madre padece enfermedad celíaca, y ha aprovechado para denunciar que cada vez es más difícil encontrar locales donde se toman en serio estas intolerancias reales.

Y es que cuando las intolerancias alimentarias se convierten en un moda y se frivolizan enfermedades reales -denuncian desde las asociaciones de celíacos-, los protocolos sobre manipulación de productos se relajan en los locales, con lo que aumenta el riesgo de contaminación cruzada.

Dicho de otra manera, los restaurantes están muy acostumbrados a lidiar cada día con falsas alergias, y acaban por no tomarse demasiado en serio cuando un cliente pide un menú sin gluten, algo que constituye por el momento la única solución a los problemas de los celíacos.

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